
Por: Manuel Narváez Narváez
Email: narvaez.manuel.arturo@gmail.com
La chapulineada anda más ocupada en la siguiente elección, que en la siguiente generación.
Así es querida flota, como si fuese temporada de lluvias copiosas, chapulines de todos colores se aparecen hasta en la sopa.
Los interesados usan espectaculares, bardas, panfletos, entrevistas, sondeos y toda suerte de llamarada de petate que llame la atención para posicionarse anticipadamente ante el respetable, por lo que se ofrezca en las todavía lejanas elecciones de 2027.
Los llamados al orden por parte de las dos jefas, la federal y la estatal, no surten efecto. La primera no tiene cara porque ella misma se burló de los lineamientos mucho antes de los tiempos legales; la segunda dio banderazo de salida cuando aun ni digeríamos la presidencial del 2024.
Aparte de no hacerles caso a sus respectivas patronas políticas, entre mula y mula que quiere a producto de gallina un hueso en la siguiente elección, “no más las patadas se oyen”, diría nuestro extinto y querido Chente Fernández.
El problema no es problema, el problema es que distraen. Como la mayoría – o casi todos- de los que suspiran por extender el fuero o continuar con la dieta del erario son funcionarios o representantes populares y traen billetes de sobra, además traen la cachucha del servicio público y la de precandidato sobre puesta, y así es difícil saber cuál es su prioridad.
Ta bien que quieran aspirar a gobernar, legislar o lo que les lata, pero son tan trompudos que las quieren todas para ellas, ellos y elles. La verdad es que eso cae mal al elector común y desalienta la participación de nuevas generaciones, incluso de quienes pueden aportar experiencia.
Hay que decirlo, entre las y los que suspiran por la silla de la gobernadora, por las curules en el congreso local, las sindicaturas, las alcaldías y las regidurías, hay prospectos de buen perfil porque la chamba que han realizado en el servicio público y la administración pública les brinda un buen soporte para ser elegidos.
Sin embargo, el simple hecho de que se brinquen las trancas, y no me refiero a las impuestas por las patronas, sino por la misma ley, en el entendido que también reciben órdenes para voltear a otro lado; sugiere que, si no son capaces de respetar lo mínimo, menos lo harán cuando obtengan lo que pretenden.
Todos y todas las que aspiran ya rompieron las reglas y se han gastado tanta lana que, si ese dinero, que no sabemos su origen, lo destinarán a salud, en Chihuahua no faltarían medicamentos y no habría contagios importantes de padecimientos que se creían superados.
PublicidadEl origen de los recursos gastados hasta hoy por los que quieren aparecer en las boletas electorales en el 2027, nadie lo investigará, como tampoco lo harán con las graves acusaciones de corrupción y narcotráfico que se obsequian mutuamente chapulines y galopantes. Así es México.
Y es que el problema no es problema hasta que nos damos cuenta que, quienes deben investigar las precampañas anticipadas y los presuntos delitos por el origen de los cuantiosos recursos que hacen posible el derroche de propaganda, no son autónomos y reciben órdenes directas de las patronas para mantener el piso parejo, aunque sea en el llano.
Al desorden de los acelerados se suman los buitres de la popularidad y las preferencias. Las encuestadoras, las que llevan años hinchándose de billete público, y las recientes que venden sondeos y mediciones como si fueran vacunas en plena pandemia; al cabo que también desobedecen las regulaciones ya que sirven a los mismos intereses.
Como en botica, hay de todo y para todos los bolsillos, es decir, quien tenga el billete paga y la presenta al respetable para que se crea los números y que él, ella o elle es el que parte el queso para la interna de su partido y para la constitucional.
La legitimidad de alcanzar el objetivo no es un problema, porque sí algo está probado es que la clase política no tiene vergüenza, por eso ni se inmutan de que sus pretensiones violan las reglas del juego y del código penal. Al final todo se envía a la enseñoreada impunidad.
Como nadie se va a detener -sería ingenuo hacerlo conociéndose entre ellos mismos- por los menos que hagan acopio de un poco de madre y quasi terminen bien los encargos actuales.
A los que no resulten agraciados por el dedo elector, no sean tan piojos de ir a ponerse otra playera, porque se los juro, les va a ir como en feria. Al tiempo.
A los elegidos, dejen algo para refrescar y para los que sí quieren aportar algo de dignidad y vergüenza al servicio público y a la representación popular, porque si se tragan el marrano completo, van a llegar indigestos.
Es cuanto.


