
fuente: excelsiorEn medio del lodo, las ruinas y la incertidumbre que dejaron las inundaciones recientes en la colonia Lázaro Cárdenas en Poza Rica, Veracruz un gesto de humanidad devolvió la esperanza a una familia que lo había perdido todo.
Cristian Eliot, un niño de cuatro años, ha conquistado el corazón de los elementos de la Secretaría de Marina Armada de México (Semar) desplegados en la zona de desastre en apoyo a la población civil.
Eliot perdió su hogar, perdió todo. Mientras sus padres tratan de reconstruir lo que el agua se llevó, cumplió años, solo unos globos para festejarlo en medio del lodo y el dolor de la devastación.
Su familia, encabezada por Eliet Azarím Cuadrado Pastrano, vio cómo la corriente del río Cazones se llevaba la casa de madera en la que vivían, dejándolos sin pertenencias, sin ropa, sin escuela y sin techo.
Ángeles de la Marina
Sin embargo, cuando la tristeza parecía ganar terreno, un grupo de marinos encabezado por la primera maestre Claudia Valdés Marín, enfermera del Hospital Naval de Tuxpan, comisionada a la Brigada de Infantería en apoyo al Plan Marina, decidió cambiarle el día al pequeño.
“Supieron que mi niño cumplía años, y llegaron con un pastel, unos refrescos y varios regalitos”, relata doña Eliet Azarím, con la voz entrecortada. “Fue algo sencillo, pero con mucho cariño. Mi niño no lo podía creer”.
Eliot quiere ser médico naval
El pequeño Eliot, no se cansa de decir que cuando sea grande quiere ser médico naval. Desde los dos años, su sueño ha sido portar el uniforme azul marino y ayudar a las personas como los héroes que ahora lo acompañan.
“El personal de la Marina ha estado muy cerca de nosotros. Nos apoyaron desde el primer momento y se ganaron el cariño de todos, pero con mi hijo hicieron un lazo especial. Él los admira mucho. Cada que pasan, los saluda con respeto y ellos lo buscan para verlo sonreír”, aseguró Cuadrado Pastrano.
Le dieron una gran sorpresa al pequeño
El día del festejo, los infantes de Marina llegaron con su uniforme camuflajeado, pararon por un momento la ayuda, pese al fango y la humedad, llevando entre sus manos un pastel blanco con adornos azules. No había salón, ni globos, ni regalos costosos: el pequeño no estaba, los navales decidieron esperarlo para darle la sorpresa.
“Mi hijo venía corriendo desde la otra esquina, todo lleno de lodo, pero feliz. Pensó que ya no los alcanzaría. Cuando los vio con el pastel, casi lloró de emoción. Fue lo más bonito que ha vivido”. recuerda doña Eliet.
La primera maestre Claudia Valdés Marín y los infantes que la acompañan han sido catalogados por la comunidad como “Ángeles del Mar”. No solo por su labor en el rescate y la limpieza de la zona afectada, sino por su calidez humana, porqué a decir de la madre de Eliot. “Son ángeles que llegaron en el momento más difícil, cuando no teníamos nada. Ellos han dado ánimo, apoyo y un poco de alegría. “Nunca los vamos a olvidar”.


