
Por. Moisés Alvarez Palacio
La Secretaría de Educación Pública (SEP) fue fundada el 3 de octubre de 1921, su creación respondió a la necesidad de erradicar el analfabetismo, promover la identidad nacional y garantizar el acceso a la educación como un derecho universal. El objetivo principal fue integrar a la población en un proyecto de nación mediante la enseñanza laica, gratuita y obligatoria, priorizando la formación cultural, cívica y técnica.
A través de los diversos mandatos han existido diversos enfoques educativos según la necesidad de la época o de la ideología del gobierno en turno.
El enfoque tradicional, se caracterizó por un modelo vertical donde el docente era la figura central del proceso educativo. Basado en la memorización, la repetición de contenidos y la disciplina estricta, este método priorizaba la transmisión de conocimientos académicos sobre el desarrollo de habilidades críticas o creativas. Si bien logró estandarizar la enseñanza, fue criticado por limitar la participación activa del estudiante y por enfocarse en resultados cuantificables, como calificaciones, en lugar de aprendizajes significativos.
El enfoque por competencias busca preparar a los estudiantes para resolver problemas prácticos de la vida real, integrando conocimientos, habilidades y actitudes. Promueve la autonomía, el trabajo colaborativo y la aplicación de lo aprendido en contextos específicos. Tiene énfasis en la productividad y adaptación al mercado laboral, en ocasiones descuidando aspectos humanísticos o sociales.
El constructivismo, plantea que el aprendizaje es un proceso activo donde el estudiante construye su conocimiento a partir de experiencias y reflexión. Aquí, el docente actúa como guía, facilitando ambientes de exploración y diálogo.
La Nueva Escuela Mexicana (NEM), desde el humanismo, posiciona al estudiante como centro del proceso educativo, promoviendo su desarrollo integral. Fomenta el pensamiento crítico, la libertad, la creatividad y la autoexpresión, para formar personas autónomas y empáticas capaces de participar en diversos contextos. Además, vincula el aprendizaje con la realidad cotidiana, impulsando soluciones colectivas a problemas sociales. La NEM impulsa una gestión escolar que se orienta desde el trabajo colaborativo con la finalidad de generar comunidades de aprendizaje.
El deterioro del tejido social en México exige reconocer que la educación no es responsabilidad exclusiva de las escuelas. La familia y el hogar son espacios para educar en valores, moral y ética. Mientras las instituciones educativas brindan herramientas académicas, las familias deben generar comportamientos respetuosos, solidarios y responsables. Solo mediante corresponsabilidad donde el hogar y la escuela se complementen se logrará formar ciudadanos íntegros que transformen su entorno y comunidad.
La transformación social del país inicia en la familia y en el hogar. El gobierno debe generar las condiciones económicas, laborales, de salud y de seguridad, entre muchas otras, para que los mexicanos vivamos en un país próspero, justo, equitativo y seguro.