Opinión

La justicia frente a la injusticia.

Por: Francisco Flores Legarda

Estamos frente a un hecho inédito en la vida social del Estado Mexicano, los poderes Legislativos y Ejecutivo buscado casi paralizar y convertir al  poder Judicial,  en una simple oficia de partes, en donde del Ejecutivo resuelva las controversia a su conveniencia pasando por encima de la Constitución. Es decir, yo tomo las decisiones y ustedes solo firman. Motivo por el cual quieren funcionarios judiciales a modo, para afirmar que lo deseo el pueblo. Hay una consigna de los verdaderos hombres de izquierda que dice; “El pueblo nunca se equivoca, pero no siempre tiene la razón”. Se les ha olvidado este concepto, otros más, los verdaderos políticos de cualquier nivel deben aceptar sus errores, pero no lo hacen: “Nunca se equivocan, yo por encima de la Ley”

Comentaba con un magistrado de un Tribunal de Control Constitucional que grupos de poder político argumentan que con la toma de las instalaciones de las oficinas del poder Judicial, están afectando a los ciudadanos, pero concluimos más es necesario que protesten en contra de la reformas ya que lo contrario todos seremos afectados.

Frente a la justicia y la solidaridad sólo se opone el neofascismo nacionalista que exacerba ese sentimiento de no ser como todos los demás; es decir, de ser superiores a los demás siete mil millones de seres vivos sobre la tierra. Todos somos iguales de aburridos; también somos diferentes. Otra cosa es ser superior, por ser más bueno, más guapo, más listo, más inteligente. Los que se creen superiores solo son los más equivocados. Por suerte la mayoría no nos creemos lo más de todo; muchos ni siquiera los más en nada; muchos nos reconocemos  menos en muchas cosas, pero tampoco los más “menos” en nada. Somos lo que nos tocó estadísticamente. Sigamos la simulación de funcionarios judiciales elector por el pueblo para que no se afecten sus intereses.

Ser el primero puede acabar en obsesión; querer superarse es bueno, pero puede producir desequilibrios la necesidad de que nos digan que todo lo hacemos mejor y tener que ser centro de todas las conversaciones. Eso puede hacer infeliz a un niño toda su vida desde su infancia. La autoestima es importante pero no hasta el punto de preguntar al niño que obtiene buenas calificaciones por qué no las obtuvo mejores. Merecen también la alabanza, aunque no todo lo que somos sea fruto del mérito del esfuerzo; las circunstancias son muy discriminadoras. Este niño, somos el pueblo y los juzgadores, no atieden nuestras peticiones reales. Un amigo quien ya tiene años en el poder Judicial me dijo: “La justicia popular crucificón a Cristo y liberó a Barrabas.”

La competencia en lo deportivo rechaza al que no lo practica con juego limpio, pero es fácil pervertirla. Se llamó “la mano de Dios” al gol que metió con la mano Maradona en los cuartos de final de la copa del mundo en 1986; el árbitro lo dio por bueno porque no lo vio. Merecía el mismo rechazo que el del tahur. Pero fue celebrada; y no fue la última “mano divina”. La ignorancia del poder que ejercera todos los poderes se encontran con realidad: “Por que lo hicimos”.

Recuerdo vagamente, el fútbol no es lo mío, un choque entre un portero y un delantero; la masa de los aficionados, el delantero jugaba en casa, reclamó penalti; el árbitro le dijo al delantero, ambos sabían que no era penalti: “no me crees problemas; dale el balón al portero”. Así lo hizo y se acabó el griterío al reconocer el presunto agredido que no lo había sido. ¿Es eso imaginable hoy día? Asi los poderes Ejutivo y Judicial. “Los derechos deberán ejercitarse conforme a las exigencias de la buena fe”. Hacer trampas, aun procesales, para ganar, es una indecencia, ni eso saben hacer.

Dos poesías nos ofrecen desde dos puntos de vista lo que va desde nuestros sentimientos a la razón. Este camino al conocimiento, de raíz aristotélica, lo recoge Sto. Tomás de Aquino: “Nihil est in intellecto quod prius non fuerit in sensu” (nada está en el intelecto, la razón, que antes no estuviera en los sentidos). Los sentimientos son la puerta de entrada a la razón, al conocimiento, a la sabiduría.

Federico García Lorca anima al que sufre infortunio para que pida la ayuda que se merece, ¡porque la necesita!, la solidaridad que los demás le debemos por falta de justicia.

Creo que sería muy importante, ¿quizá más?, que en la asignatura de filosofía ¿existe todavía o ya la han eliminado por completo?, se enseñaran también sus aplicaciones prácticas: el derecho al servicio de la convivencia pacífica. Se debe señalar que todo llamada a la solidaridad es un grito que denuncian la injusticia de la justicia. De cumplirse lo que decía Ulpiano suum cuisque tribuere, la solidaridad sería innecesaria.

Pero como la justicia es como es y no parece que sea fácil mejorarla, mientras lo intentamos recurramos a ese sucedáneo que es la solidaridad pero dejando claro que la solución no es la solidaridad: la solidaridad es sólo un mal remiendo de una justicia injusta. La solidaridad debe ser con los funcionarios judiciales que ha dejado parte de su vida, atentos ante las violacioles ilegales del poder mal habido.

Salud y larga vida.

Profersor por Oposición de la Facultad de Derecho de la UACH.

X profesor_F