Opinión

Calaveras a mis hijos

Luis Villegas Montes.  

A penas estuve a tiempo, 

en este año que termina, 

de trabajar como lempo, 

sin prisas ni tanta muina

Llegaba el dos de noviembre 

y ya estaba hecho una furia, 

andaba suelto de vientre, 

cual Tigre de Santa Julia. 

¿Cómo que ya treintaiuno? 

¿Cómo que se va a acabar? 

¡Qué mes tan inoportuno! 

No las voy a terminar… 

Sin Calaveras mis hijos, 

así se van a quedar. 

¡Cómo diantres, cómo jijos

¡Cómo se me fue a olvidar! 

Pero este año fue distinto, 

ya estaba yo preparado, 

me agarró octubre bien listo, 

todo muy acicalado. 

Con la pluma ya afilada 

y las resmas de papel, 

la mente muy despejada, 

hice rimas a granel. 

A María. 

A China llegó la Muerte, 

buscando a La Mexicana. 

Esta vez sí tendré suerte, 

esta vez no se me escapa”. 

Así pensaba la Parca, 

vuelta loca de un lado a otro, 

¿pos dónde andará esa flaca?”, 

preguntaba con azoro. 

Fue de Shanghai a Pekín 

y hasta mandó un boletín 

a Cantón y a Tianjín

que resultó un adoquín. 

Ningún chino dijo “mu”, 

ninguno le dio razón. 

¡Ni siquiera Belcebú 

pudo darle información! 

Allá se quedó La Muerte, 

como chinita milando

renegando de su suerte, 

todavía la está buscando. 

La Huesuda no lo sabe, 

y es que ignora La Dientona, 

que María tomó una nave 

que la llevó a Barcelona 

Con este va a hacer un año, 

que María salió de China, 

sin engaño ni regaño, 

entre modosita y fina. 

La Muerte ya se amoló, 

gente sigue interpelando, 

pero en China se quedó, 

ojos y dientes pelando. 

Luego a España quiso ir, 

a Barcelona, llegando, 

mas María se fue a vivir  

a Chihuahua, que es su rancho. 

¡Ay Pelona, desgraciada! 

Deja de apostar tu baza 

que la suerte no es tu aliada 

y la María se nos casa. 

Que continúe con su juego, 

a ver y si sí la encuentra, 

por lo pronto y hasta luego, 

¡Nos vemos el año que entra! 

A Charles. 

A Charles anda buscando, 

La Muerte huesuda y flaca, 

medio Mundo trashumando 

entre juergas y alharaca. 

Inquieta de ir y venir, 

y sin dar pie con la bola, 

nomás se la oye gemir, 

¡Pobre Muerte! Triste y sola. 

Anda muy desconcertada, 

recorriendo el mundo entero, 

preguntando ya cansada: 

¿Dónde se ha metido el güero?” 

En Shanghai estuvo un rato, 

en los yunaites después, 

en España se hizo pato, 

en Barcelona, otra vez. 

Maltratado trae el ego 

de tanto andarlo buscando, 

¿’Onde andas gringo rejego, 

que te venimos buscando?”. 

Así clama La Catrina, 

toda muy enrabietada: 

ya mi cuerpo es una ruina, 

todo dado a la tiznada”. 

Va a tenerse que esperar, 

a ver si así lo pepena, 

sus ansias ha de aplacar, 

quién quita y ésta es la buena. 

Mas no creo que esté contenta, 

con el pospuesto velorio, 

porque entrado el año que entra, 

seguro de que hay casorio

A Luis. 

La Calaca, en su manía, 

a Luisito anda buscando 

¡Ah!, qué tremenda porfía 

y qué lata nos t’a dando. 

Con todos quiere arramblar, 

que no se nos salve nadie, 

con los tres a de cargar 

y arrastrarlos por la calle. 

Luisa, Sofía y su papá, 

ninguno se ha de salvar”; 

y anda de aquí para allá, 

porque se los va a “tronar”. 

Con quien se quiere estrenar, 

es con la pobre de Irlanda, 

con ella va a comenzar, 

aunque la traiga de Uganda. 

Afila su segadora 

y se va a la secundaria, 

la busca por media hora 

y no encuentra a la becaria. 

La Muerte, casa por casa, 

la busca por todos lados, 

termina con fuerza escasa 

y con los pies destrozados. 

Cansada se lamentaba:  

que dioquis yo ya fui y vine”; 

¿y dónde la Luisita estaba? 

¡Con amigos y en el cine! 

De plano así no se puede”, 

Se lamentaba La Flaca, 

¿’Ora sí que qué procede?”, 

se pregunta y lo destaca. 

Ya se va, ¿quién lo diría? 

La pregunta se me escapa, 

La Muerte busca a Sofía, 

a escondidas… la bellaca. 

Tampoco a Sofi la encuentra, 

de plano no puede ser, 

¿Pos qué tanto hace la güerca?”, 

influencer se quiere ver. 

Mientras busca la Tilica 

la guadaña va afilando 

¿dónde se encuentra la chica? 

Escondida… está grabando. 

Por todo eso Martha hoy, 

tampoco se encuentra en casa: 

yo como las veo las doy 

y de nuevo no me pasa”.

Por eso fue la primera, 

en salirse al maniquiur,  

en ir con la peluquera, 

las uñas y el pediquiur

A todo esto, ¿y el papá?, 

se recuerda La Enlutada. 

Busco de allí para acá 

y nomás no encuentro nada”.  

Luis Abraham no es adivino, 

pero pronto se dio cuenta, 

se disfrazó de cochino… 

cochino a la vuelta y vuelta. 

Al Adolfo. 

Adolfo estaba leyendo, 

¿es que podía ser de otra? 

La dentadura crujiendo, 

él esperaba su nota. 

Resulta que hizo su examen 

de máster en filosófia 

y los jueces, ¡que no mamen!, 

razonaron con atrofia. 

Resulta que al Benjamín 

(por ser mi niño el menor), 

lo tratan de malandrín 

y atentan contra su honor. 

Dos de los tres sinodales, 

quisieron darle un albazo, 

sin criterios ni modales, 

le aplicaron un trancazo

Y así fue porque su tesis, 

hecha con sumo cuidado, 

casi camino a una ascesis, 

no fue de todo su agrado. 

Arduos debates envuelven 

el proceso de su título, 

lo condenan o lo absuelven, 

mientras se juega el currículo. 

Pasan horas y los días, 

para entonces ya sin plazo, 

se consumen cual bujías 

y lo pasan “de panzazo”. 

Adolfo no se sulfura, 

aunque por dentro esté ardiendo, 

pasa la Muerte y lo mira 

y mejor se va corriendo. 

Qué ojos de rabia franca, 

de este esmirriado chamaco”,

se dice La Dama Blanca, 

seguro que es un verraco. 

Aquí mejor no me meto, 

aquí termina la cosa, 

y establezco por decreto: 

las cosas ‘color de rosa’”. 

Sin percatarse lo cerca 

que lo rondaba La Muerte, 

mientras el clima refresca 

Adolfo se lee Heidegger. 

En tanto fuma un pitillo, 

ya por fin fuera del aula, 

enfoca y ve, con cariño, 

que se está acercando Laura. 

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Luis Villegas Montes. 

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