
Por: Moisés Alvarez Palacio
No debe existir división entre la CNTE y el SNTE. Lo que nos debe unir es un solo propósito: lograr la conquista de lo prometido por la Cuarta Transformación hace más de seis años, reconociendo que el perjuicio contra los maestros y los trabajadores al servicio del Estado lo cometieron el PAN y el PRI. No Morena, aunque lamentablemente, dentro del partido en el poder, hay personajes de aquel PRIANismo que hoy están en sus filas, unos con buenas intenciones y otros no.
La CNTE ha asumido un liderazgo en las negociaciones con el gobierno federal, siendo reconocida por la presidenta de la República como el principal interlocutor en las negociaciones, desplazando parcialmente al SNTE, con quien también se mantendrán en pláticas. La mandataria validó las demandas de la CNTE como “justas”, respaldando sus históricas exigencias salariales, laborales y de reformas estructurales.
Esta situación refleja una reconfiguración político-sindical: la CNTE, tradicionalmente crítica, se manifiesta y está ganando legitimidad frente al SNTE. Sin embargo, esto está generando tensiones dentro del gremio magisterial entre los afines al SNTE y a la CNTE, aunque ambos sectores insisten en actuar por causas justas, sin tintes ocultos, partidistas o de beneficio personal. Lo importante es que exista el respeto mutuo; si no hay unidad por ambas organizaciones, al menos se debe coexistir para trabajar desde sus posibilidades y ámbitos en beneficio de todos.
Es un hecho que el SNTE es el representante legal de todo el magisterio y ha tenido conquistas laborales. No obstante, sus dirigencias históricamente se han alineado con el poder en turno, lo que ha generado descontento en la base magisterial. Hoy, esta base demuestra capacidad de organización, dirección y diálogo para exigir mejoras en beneficio del gremio. Por su parte, el SNTE afirma estar en la lucha, pero solo a través del diálogo institucional, sin sumarse ni convocar a movilizaciones para presionar al gobierno. Si bien el diálogo es importante, tras más de seis años, no hay resultados concretos derivados de su alineación o sumisión con el poder.
La base magisterial no es motín de nadie, y eso ya está demostrado mediante las acciones que se han venido dando, en donde el SNTE no pudo evitar las movilizaciones, expresiones y manifestaciones. Los maestros y las maestras tenemos pensamiento propio y crítico, y tomamos nuestras propias decisiones. Quienes quieran ser parte de la transformación lo harán de forma libre, no porque representantessindicales lo sugieran; y el que quiera ser parte o no de algún otro partido es su derecho y decisión. Los tiempos de acarreo y de aplaudir a dirigentes sin sentido han terminado.