Opinión

Andrés, igualito que Cortés.

Por: Manuel Narváez Narváez

Email: narvaez.manuel.arturo@gmail.com

 Email: narvaze.manuel.arturo@gmail.com

Calientito arrancó el mes patrio con ejecutados por racimos en Juárez,  Chihuahua y otros municipios.

Apenas empezamos la segunda semana de septiembre y el ejecutómetro aceleró en el estado grande, aportando su cuota de despedida para el sexenio más sangriento en la historia de México.

En la capital de estado cuatro personas fueron asesinadas en la colonia Lealtad II, entre ellas una adolescente de 14 años.

En Ciudad Juárez cinco personas, la mayoría menores de edad, sucumbieron ante una lluvia de balas.

En el resto de la entidad, como en ciudad Cuauhtémoc, donde se mantiene el “rating“, otra persona fue localizada sin vida con claros indicios de violencia.

Y en la sierra continúan los enfrentamientos entre grupos criminales. Común.

Las dos masacres ocurridas este fin de semana en las principales ciudades del estado se suman a las centenas que van a lo largo de este sexenio que, a punto de fenecer, ha dejado 200 mil muertes asociadas al crimen organizado.

Pero el mayor fracaso de combate a la inseguridad en México ya no es tema, al menos para el presidente y su movimiento que han callado como momias frente a los miles y miles de muertos esparcidos por todo el nuestro país.

Entre tanto distrae a la población y a la opinión pública nacional e internacional con la destrucción de la república, la división de poderes y el Estado de Derecho, el mandatario federal y su partido eluden la responsabilidad jurada de proteger a la población.

Al oriundo de Tabasco jamás les importó aplicar la ley a la delincuencia organizada, por lo contrario, abrazó a las cabezas visibles de los principales cárteles del narcotráfico que operan desde México hacia el mundo.

Con el pretexto de acorazar la entrega de dinero público a manos llenas a una población sedienta de efectivo a cambio de su voto, el todavía mandatario federal eliminó toda estrategia que incomodara al crimen organizado.

El presidente les dijo a los más pobres que ellos serían primeros en las políticas públicas de su gobierno, pero le salió el tiro por la culata porque de este núcleo poblacional es de donde proviene la mayoría de los caídos en los enfrentamientos y ejecuciones relacionados con delitos del fuero federal.

En la agonía de su mandato las becas para estudiantes y los apoyos de 7,500 pesos mensuales por un período de 12 meses para jóvenes entre 18 y 29 años de edad que no estudian ni trabajan, no fueron efectivas para combatir las causas que lleva a la juventud a enrolarse en la delincuencia organizada, pues resulta que la mayoría de los ejecutados pertenecen a ese rango de edad.

Ante el panorama desgarrador que representa ver y escuchar que decenas de miles de jóvenes sucumben a la tentación de formar parte de la delincuencia organizada y morir acribillado, los padres y abuelos adictos a la perorata matutina de su enterrador parecen haber olvidado aquella máxima: “dime de qué presumes y te diré de qué careces”.

Es preocupante atestiguar cómo la inseguridad y la violencia extrema se recrudecieron en el territorio nacional.

Pese al desolador escenario, resulta lamentable que la mayoría sufragante haya pasado por alto el costo de la inseguridad que, a la postre, resulta ser el impuesto más caro porque la extorsión que se ha enseñoreado en México le pasa factura a los que menos tienen, a la clase trabajadora, a los emprendedores y a la clase media.

La violencia que genera la brutal inseguridad no sólo en  Chihuahua, sino del país entero, se normalizó desde la perspectiva de López Obrador y la 4T, ya que priorizaron la conquista del poder absoluto para una minoría diestra para cobrar y siniestra para adoctrinar.

Así como Cortés de encargó de aplastar a los aztecas con la ayuda de muchos traidores, otro de ascendencia ibérica, López Obrador, se encarga de cimentar un imperio comunista sobre las ruinas de las instituciones democráticas y las libertades.

Casi al final legal de su sexenio, el legado de Andrés Manuel es tan ridículo en materia de salud y economía, como terrible en inseguridad.

Qué pena por aquellos que se fueron con la finta del pajarito.

Es cuanto.