Nacional

El Congreso federal, un lastre para México

Manuel Narváez Narváez

Email: narvaez.manuel.arturo@gmail.com

Los nuevos legisladores federales de oposición desperdiciaron la oportunidad de reivindicarse, porque prefirieron el fuero, la dieta y los privilegios que conlleva.

Los candidatos al Senado y diputados federales electos que integraron la coalición Fuerza y Corazón por México, conformada por el PAN, PRI y lo que quedaba del PRD, protestaron los cargos públicos y con eso convalidaron la elección federal, la que señalaron como de Estado.

Se olvidaron de los argumentos y acusaciones de que la elección presidencial había sido manchada por la violación a las leyes electorales por parte del presidente, así como del despilfarro de recursos públicos desde la precampaña interminable y hasta el día de la elección de Claudia Sheinbaum.

Sin pudor alguno, tomaron protesta personajes como los panistas Ricardo Anaya (tras su autoexilio) y Marko Cortés (agandalló senaduría pluri, como Anaya), el priista Alejandro Moreno (con senaduría similar a la Cortés) y los dos experredistas que llegaron gracias a los votos del PAN y del PRI, que traicionaron a sus votantes y se fueron a Morena.

De los principios, de la doctrina y del legado de las pocas personas que dieron cátedra de vergüenza y dignidad en sus respectivos partidos, no hubo atisbo de recuerdo, sino la avaricia por roer migajas del poder.

De aquellas épicas batallas de la ciudadanía para exigir respeto a sus derechos electorales, de la sangre derramada de los que perdieron la vida por defender los principios democráticos, el tiempo y la dedicación de muchas y muchos en los plantones, en las casillas y en las plazas para apoyar al PAN y a la verdadera izquierda, no se acordaron porque fueron seducidos por el brillo de la charola y la buena vida que implica el cargo.

Si hubiese sido cierto lo de la elección de Estado, el rechazo a tomar protesta como senadores y diputados federales les habría dado argumentos y razones de sobra para encabezar la resistencia civil frente al abuso del poder a manos de la 4T.

Pero no, los del PAN y los del PRI traicionaron a los mexicanos que votaron por ellos y a los que por decepción o incredulidad decidieron no sufragar, y se conformaron con su mísera presencia en ambas cámaras que apenas representa el 25% del total de los legisladores.

Cuando leo las declaraciones de Ricardo Anaya y Marko Cortés, muy gallardos, con fuero claro está, que serán las voces de los que no comulgan con la 4T, no puedo sentir más que náuseas. No saben de humanismo ni dignidad de la persona.

En serio, con qué cara pretenden los legisladores de la oposición enarbolar la bandera de la república y la división de poderes, cuando no tienen nada que arriesgar como sí los ministros de Corte, los jueces y magistrados y todo el personal de base del poder Judicial federal que salen a defender sus derechos humanos. No, no tienen.

Por su voracidad los senadores y diputados federales del PAN y del PRI que tomaron protesta como tales, se unen a la calaña de los dos experredistas que brincaron al cubil de Morena, y a la de los propios legisladores de la aplanadora guinda que trae de regreso al viejo régimen tricolor.

Lamentablemente no se nota la diferencia entre Ricardo Anaya, Marko Cortés y Alejandro Moreno, con la fauna legislativa que aglutina a lo peor del PRI, del PAN y del PRD, en Morena.

Fíjense nada más estimados lectores qué vergüenza, en la nueva legislatura destacan además de los ya multicitados, infaustos personajes que se han pasado toda su perra vida enfuerados; cito: Adán Augusto López y su corista norteña, Javier Corral Jurado, Gerardo Fernández Noroña, Manuel Velasco (PVEM), Marcelo Ebrard, Jorge Carlos Marín, Omar García Harfuch, Ernestina Godoy, Citlalli Hernández, Manlio Fabio Beltrones, entre el resto de senadores.

Entre los diputados federales sobresale la mezquindad de Ricardo Monreal, y le hacen compañía Manuel Espino, Leonel Godoy, Dolores Padierna, Sylvana Beltrones, etc., etc.

Por esta desvergüenza nacional, el Congreso federal, aunque legal y legitimado por la oposición, no me representa, como tampoco le sirve a la nación.

Cualquier acción que procure recuperar la conciencia nacional, la democracia, la división de poderes, la república y las libertades, tiene que surgir espontáneamente de la sociedad civil, porque redundar con la partidocracia es aceptar su impunidad.

Es cuanto.