Opinión

Un Amparo le salva la vida.

Por: Manuel Narváez Narváez

Email: narvaez.manuel.arturo@gmail.com

En lo que queda inaugurado el sistema de salud danés en México, un amparazo obliga al IMSS a atender a paciente que estaban dejando morir.

Sucedió en la tierra de los vencedores del desierto -dónde más-, en Delicias, Chihuahua.

Cuentan los cercanos a don Gumersindo (que vivió para contarlo), un exgallero profesional de la región que, por azares del destino y los reglamentos prohibitivos a esta tradición mexicana, tuvo que dejar la lucrativa actividad y ponerse a chambear como la mayoría de la raza.

El paciente combinaba el entrenamiento de gallos de pelea con el mostrador de una ferretería muy conocida en el centro sur del Estado, lo que le permitió jubilarse después de 35 años de cotizar en el IMSS.

Resulta que Gumersindo llevó la semana antepasada a su familia a comer al vado de Meoqui. Para su mala fortuna resbaló al tratar de brincar la acequia que cruza el pintoresco municipio, dándose un monumental madrazo en la espalada y provocándose un corte por encima de la cadera.

Ni tardos ni perezosos sus familiares lo trasladaron a una de las clínicas del IMSS en ciudad Delicias. De entrada, el personal de enfermería aplicó el protocolo para los heridos y levantó el respectivo informe de los generales del paciente.

Como muchos compatriotas, el paciente no escapa a la diabetes ni a la hipertensión, por lo que a sus 70 años a cuestas es obvio que requiere mayores cuidados.

Cuando uno de los galenos de la emérita institución de salud lo valoró, dio la orden de suministrarle analgésicos y que lo mantuvieran solamente con suero para practicarle una cirugía y acomodarle la cadera, así como para suturarle la herida profunda en el costado derecho de la espalada baja.

Así transcurrieron diez días, sin comer, en tanto el paciente fue perdiendo peso aceleradamente y los niveles de glucosa y presión arterial se mantenían altos.

Los familiares angustiados por la demora de la cirugía y el visible deterioro de la salud de Gumersindo, le exigieron al médico en turno que atendiera a su familiar, pero cuan grande fue la sorpresa al escuchar que el “doctor” le daría de alta para que se lo llevaran a su casa, que la esposa casi se desmaya.

Sin dar crédito a lo que acababan de escuchar, buscaron al encargado de la clínica, pero tampoco encontraron respuestas porque ni los atendieron.

Con el tiempo en contra y sin dinero, ya que la pensión de Gumersindo de 9 mil pesos mensuales y los doce mil pesos bimensuales de la pensión bienestar que reciben él y su esposa, lo invierten para adquirir los medicamentos que no les surte el IMSS; entonces decidieron buscar ayuda entre sus conocidos.

Habrá sido la divina providencia, o el sereno, pero el caso es que un amigo de la familia conoce a un abogado de Chihuahua que, sin perder más tiempo, tramitó un juicio de Amparo para que el paciente recibiera inmediatamente la atención médica que consagra el artículo 4to. de la Constitución. Eso dice todavía.

Raudo y veloz el litigante tomó su ranfla y se fletó hasta llegar a la clínica del IMSS donde el paciente vivía los momentos más horrendos de su vida. Localizó al mero mero del nosocomio y le notificó el mandato del Juez de Distrito, y tras una esgrima de egos, al galeno no le quedó otra más que ordenar la inmediata atención al paciente.

Días después el paciente fue trasladado a esta ciudad capital del estado grande, donde se recupera de la cirugía y recibe la atención médica que, al menos en papel, la carta magna tutela.

Lo bueno de esta historia es que Gumersindo se encuentra estable y ya recuperó los niveles aceptables de sus padecimientos, además de que este mes no tendrá que gastar lo de su pensión en medicamentos que escasean en el IMSS.

Lo malo es que tuvo que recurrir al amparo de la justicia federal para ser rescatado de una muerte segura en una clínica del IMSS de ciudad Delicias, por presunta negligencia médica, por la falta de humanidad del médico y del personal administrativo.

Lo triste es que miles y miles de pacientes sufren todos los días las mismas desatenciones de los servicios de salud públicos federales, estatales y municipales, a menos que tengan los recursos o el valor de endeudarse y atenderse con médicos y en hospitales privados.

La esperanza es que antes de que finalice este 2024 el sistema de salud danés va a operar en México.

Lo absurdo es que la reforma al poder judicial y el debilitamiento a la Ley de Amparo van a dejar en estado de indefensión al pueblo bueno y sabio.

Esperemos que los nuevos tiempos humanistas nos permitan gozar de mejores servicios de salud a menor costo, como lo disfrutan nuestros hermanos cubanos.

Y si al caso se retrasa la implementación del sistema de salud de primer mundo, en la Mega farmacia hay un gran stock de vitacilina para el ardor, tepezcohuite para las quemaduras, detente para las demonios y atolito de dulce para los amargados.

Es cuanto.