Opinión

Estado y Justicia.

Por: Francisco Flores Legarda

“Allí la legalidad habita, y sus hermanas, “Seguro cimiento de ciudades, “Justicia y Paz, que fueron criadas en ella, “Dispensadoras de riquezas para los hombres “Aureas hijas del Derecho, sabio consejero”.

Píndaro

Uno de los fines esenciales del Estado precisamente es realizar la Justicia, virtud política por excelencia; y si esto no se logra, las consecuencias suelen ser gravísimas por las alteraciones a producir en las relaciones humanas. Lo más serio es que podrían verse en peligro las instituciones de la República en suma, más el debilitamiento de la sociedad.

Por ello, uno de los males mayores que existen es la corrupción en el sistema judicial. Cuando los jueces son sometidos a presiones que violentan su conciencia, se asiste a un serio quebrantamiento institucional de imprevisibles efectos. Los Justiciables son quienes sufren los embates nefastos de ese aquelarre, generador de la discordia.

Viene a propósito un aforismo oriental atribuido al filósofo chino Mencio: “Ladrón es el que roba al mundo, tirano es el que roba a la Justicia”. Los gobernantes que no se ocupan de la Justicia y la avasallan, subvierten la autoridad que les confirió el pueblo.

Esta íntima vinculación fue destacada por diversos pensadores. La Justicia da fundamento al Estado, pues, como dice Rawls, es la legitimación racional de un régimen político y social. No puede dejar de existir, como escribió alguna vez el ilustre riojano Joaquín V. González, por ser necesaria para la vida en relación.

De ahí que en el Estado moderno, existe un poder dedicado a cumplir esta función. El llamado Poder Judicial tiene la misión de impartir la Justicia, con independencia y autonomía, sin subordinación al poder político.

Ello apunta a la imparcialidad u objetividad a fin de garantizar una decisión justa.

Lo esencial es que la sentencia sea conforme a derecho, vale decir, aplicando correctamente los principios y normas jurídicas, inspirada en un sentimiento sano al dar la razón a una de las partes en conflicto (si fuera un caso penal absolver o condenar al inculpado). Son los dos aspectos que se deben presentar simultáneamente: el racional y el sensitivo. Si el juez carece de una sensibilidad adecuada, o ésta es trastornada por presiones externas, el resultado será disvalioso.

Recuérdese que el vocablo sentencia proviene del verbo latino “sentio”, palabra que significa percibir con los sentidos. No debería ser un simple proceso de reducción del texto legal a un caso singular sometido a un análisis semántico para emitir un juicio respecto del caso en conflicto, como sostienen los positivistas. La doctrina del positivismo fue enunciada en el siglo XVII por el filósofo inglés Thomas Hobbes –autor del “Leviathan”- quien sostenía que el obrar justo consistía en adecuar la conducta al derecho, pero que le corresponde al Estado decidir que es lo justo y lo injusto. Dworkin se refiere a que “juzgar es un arte” (el “ars iudicandi”). Una combinación armoniosa de varios factores se impone para resolver una litis. El acto judicial ha de ser obra de la razón y de la sensibilidad del magistrado que exige fina percepción y un buen ojo clínico.

Esas premisas no impiden distinguir entre diversas especies, según las enseñanzas de Aristóteles y Santo Tomás, las que en definitiva son variantes del mismo problema. Así se habla de una Justicia general, y en particular la social, la conmutativa, la legal, y la vindicativa, las tres últimas impartidas por los jueces. El teólogo español Francisco Suárez señaló en su época que todas se corresponden con una idea superior de la que son tributarias y que les da su razón de ser. En el siglo XX al transcurso de las décadas, la Justicia social se emplazó en la acción política de los gobiernos, para promover el bienestar general y distribuir la riqueza colectiva a fin de satisfacer las necesidades primarias de la población de menos recursos. Negar esa realidad es imposible, la experimentamos todos los días, cuando se ponen en evidencia la pobreza y la miseria, carentes de protección frente a la adversidad de su destino.

Salud y larga vida

Profesor por Oposición de la Facultad de Derecho de la UACH

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*Solo unas reflexiones sobre lo que nos espera el 1 de septiembre.