Opinión

Donald quiere a el “30”.

Por: Manuel Narváez Narváez

Email: narvaez.manuel.arturo@gmail.com

En menos de un mes el gobierno de Claudia Sheinbaum apresuró la detención de generadores de violencia relacionados con el narcotráfico y ha decomisado drogas como no había sucedido seis años atrás.

Lo anterior en respuesta a la presión cada vez más virulenta de su homólogo norteamericano.

Estas acciones inéditas de la 4T, dado que ni su antecesor ni en los tres primeros meses desde que arrancó su gestión se atrevieron a desafiar el crimen organizado que, hay que decirlo, expandió su control en el territorio nacional, sorprendieron a propios y extraños. Bien dicen que “el miedo no anda en burro”.

La entrega, u ofrenda de 29 capos del narcotráfico que purgaban sentencias o estaban en proceso, retrata el estrés del Gobierno de la República que busca bajar la presión ante las exigencias de Trump.

El operativo de “expulsión”, como lo describe el comunicado de las fuerzas de seguridad nacional, fue muy bien cuidado y discreto, considerando que se movilizaron más de tres mil elementos de las fuerzas armadas para custodiar a los “expulsados” y treparlos en 14 aeronaves que los repartieron en varios estados de la unión americana donde son requeridos por la justicia de aquel país.

Los expulsados dejaron una estela de terror, sangre y muerte por todo México y una espeluznante cifra de muertos que suman casi 400 mil entre los 81 mil de Calderón, los 103 mil de Peña Nieto, los 200 mil de AMLO y los 12 mil que lleva Claudia.

Entre los apodos de narcos a los que cantantes y grupos musicales ensalzan con sus rolas haciendo apología de sus delitos, destacan: don Rafa (Caro Quintero), de los más codiciados, el Viceroy (Vicente Carrillo Fuentes), el Dictador, el Durango, el Tony Montana, el Z-40, el Z-42, el 85, el Chicles, el Kena, el 90, el 100, etc.

La entrega desencadenó reacciones encontradas, como la del expresidente Calderón que elogió la acción, aunque con matices, y la de abogados especialistas que señalaron la violación al Estado de Derecho porque, en la prisa, desdeñaron resoluciones pendientes en materia de amparo y violaciones al tratado de extradición suscrito por México y Estados Unidos.

El obsequio lo agradecieron en Washington, no es para menos, pues le cumplieron añejos pedidos capos mexicanos que, como acá dejaron terror y muerte, allá inundaron las calles de drogas y saturan las morgues de muertos por esas adicciones.

El regalito que más disfrutaron es el de Rafael Caro Quintero, presunto actor intelectual y material de la ejecución del agente de la DEA, Enrique Camarena, a mediados de los años 80, durante el gobierno de Miguel de la Madrid, con Manuel Bartlet como secretario de Gobernación.

En el contexto de las presiones al gobierno mexicano para aplicarle aranceles, obligarlo a detener la migración ilegal y capturar a narcos o terroristas, el presidente gringo y sus más radicales funcionarios hablan de aplicar la pena de muerte a los capos, sin embargo, esa decisión está en manos de la justicia norteamericana, no en una orden ejecutiva de Trump, y eso es otro rollo.

Pero ‘haiga sido como haiga sido’, parafraseando a Felipe Calderón Hinojosa, el apetito de los gabachos es voraz, ya que el “obsequio” no fue suficiente, ellos quieren a los narcopolíticos.

Aquí es donde la puerca tuerce el rabo. Trump tiene sus datos y quiere la entrega de los que faltan, pero Claudia tiene otros datos o sencillamente no está dispuesta a cumplir ese pedido en particular.

Los ingenuos o los graciositos dirán que es Calderón, pero ese ni vive en México, en todo caso si fuese él irían a buscarlo a España.

Los malpensados dicen que se trata de el “30”, el que abrazó al crimen organizado, los hizo su aliado para ganar elecciones, fue omiso en la expansión de actividades ilícitas en Chiapas, Guerrero, Sinaloa, Tabasco, SLP, Colima, Veracruz, Edomex y CDMX, y actualmente vive acuartelado en un búnker de la selva chiapaneca.

Otros infieren que pudiesen ser el gobernador de Sinaloa, el coordinador de los senadores de Morena, el secretario de Educación, el exdirector de la CFE y hasta el último exgobernador de Chihuahua, entre otros.

La verdad de lo que realmente quiere Trump se irá desvelando al corto plazo porque una cosa es cierta, la paciencia de los estadounidenses se está agotando, pues la agenda del republicano se agota sin alcanzar las metas y las encuestas lo colocan con un 52% de desaprobación a sólo dos meses y medio de iniciar su segundo período al frente de la Casa Blanca.

Ya se verá de qué cuero salen más correas.

Es cuanto.