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¿Qué significa la victoria de Donald Trump para el clima?.

DW actualidad

Anne-Sophie Brändlin | Louise Osborne

Expertos advierten que el segundo mandato del republicano puede tener enormes consecuencias para un planeta que se calienta rápidamente.

El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, no ha ocultado sus opiniones sobre el cambio climático. Durante su primer mandato (2017-2021), expresó en repetidas ocasiones dudas sobre que éste sea causado por la acción humana. En la campaña para este segundo mandato, llegó a decir que era “el mayor engaño de todos los tiempos”.

“El triunfo de Trump representa un verdadero obstáculo en la lucha contra el cambio climático”, dice Alice Hill, investigadora del think tank Consejo de Relaciones Exteriores. “Bajo el liderazgo del presidente Trump, Estados Unidos dará un paso atrás en los esfuerzos por reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, aumentando la producción de los combustibles fósiles”, sostiene.

Según un informe del Servicio de Cambio Climático Copernuicus de la Unión Europea, es prácticamente seguro que 2024 será el año más cálido jamás registrado y el primero con un calentamiento por sobre los 1,5 grados Celsius. Los científicos llevan largo tiempo advirtiendo sobre la necesidad de reducir a la mitad nuestras emisiones para 2030 para evitar una catástrofe climática.

Lograr ese objetivo implica trabajar juntos. Pero los expertos advierten que la política de “Estados Unidos primero” no va de la mano con la colaboración global, pese a que actualmente Estados Unidos es el segundo mayor emisor de gases de efectivo invernadero después de China y el mayor emisor histórico.

“Perfora, baby, perfora”

Antes de las elecciones, Trump prometió aumentar la producción nacional de combustibles fósiles, centrarse más en el petróleo y el gas e invertir menos en energías limpias. “Trump y sus partidarios claramente tienen la idea de que el petróleo y el gas son fundamentales para la fortaleza global estadounidense y de que no se debe jugar con eso”, dice Clarence Edwards, directora ejecutiva de la oficina en Washington de E3G, un grupo de expertos que trabaja en temas de clima y geopolítica.

Durante su primer mandato, la administración de Trump impulsó una mayor extracción de petróleo y gas natural, incluso en áreas protegidas como el Refugio Natural de Vida Silvestre del Ártico de Alaska, y defendió la construcción de oleoductos como Keystone XL y Dakota Access.

Antes de la elección, Trump había insinuado que continuaría por esa vía si ganaba. Pero Edwards dice que eso no significa que las energías renovables desaparecerán por completo, sino que el nuevo gobierno se centrará más en los hidrocarburos.

¿Y el Acuerdo de París?

La victoria de Trump ocurre apenas unos días antes de que comience la conferencia climática de la ONU, la COP29, que este año tendrá lugar en Azerbaiyán. Durante su primer mandato, el ahora presidente electo retiró a Estados Unidos del Acuerdo de París, que es un compromiso para mantener el aumento de la temperatura global por debajo de los 2 grados Celsius sobre los niveles preindustriales.

La decisión de Trump fue un importante punto de discordia en ese momento, y aunque Estados Unidos se reincorporó tras la asunción de Joe Biden, Edwards cree que es probable que Trump vuelva a sacar a su país del acuerdo.

Políticas medioambientales en duda

Durante su primer mandato, Trump derogó decenas de regulaciones de la Agencia de Protección Ambiental, flexibilizó las restricciones a las emisiones de carbono y debilitó las normas que rigen contaminantes como el metano. Barry Rabe, profesor de política ambiental de la Universidad de Michigan, predice una nueva dilución de las normas medioambientales y teme regulaciones más laxas que impliquen que Estados Unidos no cumpla sus objetivos climáticos para 2030.

Si bien algunos temen que la histórica Ley de Reducción de la Inflación (IRA), un proyecto firmado por Biden que invirtió cientos de miles de millones de dólares en el despliegue de energías renovables, la producción de automóviles eléctricos y la fabricación de baterías, pueda estar en juego bajo el mandato de Trump, Edwards no cree que sea así.

“Ha sido una ley muy exitosa a la hora de impulsar las energías limpias y ha generado puestos de trabajo en todo el país”, dice, especialmente en los estados republicanos, “que están recibiendo 70 por ciento de las inversiones, así que creo que habrá un esfuerzo no para derogarla, sino quizás para ajustarla”.

Antes de las elecciones, un grupo de organizaciones conservadoras y grupos de expertos desarrollaron un controversial documento llamado Proyecto 2025, una serie de propuestas y recomendaciones estratégicas para una segunda presidencia de Trump.

El texto promueve una mayor producción de petróleo, gas natural y carbón, así como menos restricciones a la extracción y construcción de nueva infraestructura relacionada a este tipo de energía. Sin embargo, un informe concluyó que si Trump aprueba las políticas propuestas en ese documento, podría agregar 4.000 millones de toneladas a las emisiones del país hasta 2030. Esto equivaldría a casi otro año de gases de efecto invernadero lanzados a la atmósfera por Estados Unidos.

Esto haría imposible que la potencia norteamericana cumpliera su objetivo de reducir sus emisiones a la mitad en 2030, algo que los científicos han dicho que es vital para evitar mayores desastres causados por el cambio climático.

“Esto no significa el fin para la acción climática en Estados Unidos”, dice Alice Hill, citando el poder de la acción a nivel estatal y los progresos ya realizados en algunos casos. “La intervención política y reguladora local será fundamental en la lucha por un planeta más sano, con o sin el apoyo de la administración de Trump”.

(dzc/rr)