
Por: Luis Villegas Montes
Convocado por los gremios, sectores, sindicatos, gobiernos locales, ciudadanos de bien, todos aquellos que vean afectados sus intereses con esa loca cadena de iniciativas que van de paralizar la justicia en México a destruir instituciones democráticas que tomó años construir, pasando por dotar de un poder inmenso al ejército —al militarizar zonas de la vida pública que por su relevancia y situación estratégica deberían ser cuerpos civiles—, aprobadas al vapor, sin consensos y con métodos gansteriles por MORENA y sus %&/@$ aliados.
Es una realidad que, durante el sexenio entero, el presidente ha padecido en una especie de sopor narcótico que le ha permitido vivir en un país que no existe. Los hechos están ahí, a la vista de todos y, simplemente, el presidente los desdeña, desnaturaliza, descalifica, minimiza u oculta, repartiendo culpas como bendiciones a quienes tienen el atrevimiento de señalar esos hechos que reflejan los yerros, la corrupción, la deficiencia, la simulación, los equívocos, los dislates, la descomposición, los despilfarros o los vicios del régimen; y contando a diestra y siniestra, un día sí y otro también y el que le sigue, mentiras del tamaño de un edificio de departamentos (y uno grande además). Como esa de que la salud en México es mejor que la de Dinamarca.[1]
Pobre idiota (y más los idiotas que le creen). Sólo para que usted, querida lectora, gentil lector, se dé una idea, le comento: El sistema de salud enDinamarca es uno de los tres mejores de todo el mundo; por otro lado, información publicada en la página del Gobierno de México señala que, “con excepción de farmacia, odontología, fisioterapia y podología, todos los servicios médicos en Dinamarca son gratuitos y el 99% de la población tiene asignado un médico especialista en atención primaria”.[2]
El más claro ejemplo de estos que digo es Sinaloa. Al día de hoy, la violencia en ese Estado llegó a su día diez, las balaceras continúan al igual que las desapariciones;[3] suspendieron clases en cuatro municipios, así como los festejos del 15 de septiembre por la narcoviolencia;[4] y al día de ayer, 17 de septiembre, la suma de asesinados era de 35 muertos y varios ataques a militares.[5] El propio gobernador de Sinaloa algo sabría sobre lo que se estaba cocinando, porque el 11 de septiembre, hace una semana, salió a alertar a la población sobre la posibilidad de que hubiera “eventos de violencia’ en el estado”.[6]
El más claro ejemplo de esto que digo es Sinaloa. Al día de hoy, la violencia en ese Estado llegó a su día diez, las balaceras continúan al igual que las desapariciones;[7] suspendieron clases en cuatro municipios, así como los festejos del 15 de septiembre por la narcoviolencia;[8] y al día de ayer, 17 de septiembre, la suma de asesinados era de 35 muertos y varios ataques a militares.[9] El propio gobernador de Sinaloa algo sabría sobre lo que se estaba cocinando, porque el 11 de septiembre, hace una semana, salió a alertar a la población sobre la posibilidad de que hubiera “eventos de violencia’ en el estado”.[10]
Eso no es lo peor, lo peor es la impotencia y el cinismo con los que ha actuado el gobierno federal. En una declaración sin precedentes, insólita a más no poder, brutal, más propia de un país bananero, el comandante de la Tercera Región Militar, Francisco Jesús Leana Ojeda, afirmó que “el fin de la violencia no depende ni del Ejército ni de las fuerzas de seguridad, sino de que los grupos rivales ‘dejen de confrontarse’”;[11] y cuando uno ya creía haberlo visto todo, el presidente de la República no sólo minimizó la ola de violencia, que incluye bloqueos en carreteras y enfrentamientos entre grupos criminales y el Ejército, sino que en un acto de suprema locura, pidió a los criminales ¡atender las recomendaciones de Ismael “El Mayo” Zambada![12] ¡Hágame usted el refabrón cabor! ¡El presidente de la República dejándose aconsejar por un facineroso!
Total, lo digo en serio, cerremos el changarro diez, quince, veinte días, como en la pandemia, mandémoslo todo al carajo y a ver qué pasa. Qué entiendan estos animales que los mexicanos no somos esa horda de dóciles e imbéciles que votaron por ellos.
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Luis Villegas Montes.