Por: Francisco Flores Legarda
“Es un pulpo altivo el divino ideal que nos controla y nos ata,
dirigiendo desde un Olimpo eterno nuestra efímera vida”
Jodorowsky
El presente trazado busca analizar la noción de ley según Platón, a lo largo de toda su obra, a fin de establecer el lugar que ocupa dentro de su filosofía y comprender su importancia y validez. Se considera la ley tanto en si misma -su origen, definición, fundamento, finalidad, propiedades, etc.-, así como las relaciones estrechas que guarda con diversas realidades sociales: El derecho, la ética, la educación, la familia, etc. A partir de la afirmación categórica de Platón, “dios es la medida de todas las cosas”, las diversas realidades cobran sentido. Entiendase en lo religioso no en las normas supremas de un Estado, más aun cuando tenemos ciudadanos agnósticos y ateos quienes no creen en una deidad, quienes son respetados por la Constitución en el respeto a las creencias religiosas
La unión de dios con el hombre no esta por encima de la ley, los poderes de la Unión principios fundamentales de la división de poderes, legislativo, judicias y legislativo, cuyo nacimiento se origina despues de la sangrienta revolución Francesa, adopada por todos los países, en mayor o menor medida; Este es quien -siendo virtuoso y filósofo, gracias a su afinidad con la divinidad-, conoce mejor la verdadera medida y naturaleza de la realidad, la unidad de las normas supremas del Estado frente a la supremacía que dice tener Lopez Obrador, quien se dice el divino, el hacedor de la verdad. Afirma que determinar la auténtica afirmando que lo funda en una antropología verdadera. La ley es la razón de la ciudad, así como la razón es el gobierno del hombre. La causa inmediata de la ley es el juicio de la norma, pero la remota y última es la divinidad, ante la tirania de los poderesos, y sus aplaudiros, políticos, algunos ciudadanos y periodistas.
La autoridad, sometida a la ley, educa al ciudadano para que sea virtuoso y obtenga la felicidad, que es también la finalidad última de la ley. Platón prepara a los ciudadanos, mediante la ley, para que, consigan el bien común en la tierra, y la felicidad después de la muerte, ante las creencias religiosas de cada quien, pero no ante las normas.
Tagore en su libro “El sentido de la vida”, (nos da el ejemplo) ha dicho que el hombre ha de ser juzgado por la letra; no por lo divino que Lopez Obrador afirma representar, a contrario esto sera permanente a traves de la historia. Lo divino es parte de las creencias de cada ser humano pero la norma esta por encima del hombre, de otra manera habría caos en la convivencia del hombre de un Estado. Lejos debe de estar el Rey de Fancia que se decia el Rey Sol, el reprentante de Dios en la Tierra.
Las normas no son el misterio de los misterios, estan dentro de la vida de los ciudados y los poderes constituidas por estas. La solución al respeto de la ley existe una dualidad lo divino y la ley, cada quien busca su unidad pero cada quien en su justa dimención.
Sin embargo, sin estas descorazonadoras experiencias, resulta poco probable que Platón hubiera sido capaz de escribir las Leyes, su último y más político diálogo. De todos ellos, las Leyes es el que más apunta hacia las ciencias sociales, con importantes cosas que decir sobre las eternas grandes cuestiones acerca del ámbito y los límites de la ley, el estado de derecho, la relación entre la ley y la costumbre, y los fundamentos culturales del buen gobierno, nunca la divinidad por encima del pueblo regida por las normas.
En las Leyes también se descubren muchas ideas que luego fueron reinventadas, retomadas o de las que se apropiaron pensadores posteriores: la distinción de Maquiavelo entre legislar para reinos imaginarios y hacer leyes para una ciudad real, por ejemplo; la insistencia de Montesquieu en que los legisladores deben tener en cuenta las circunstancias físicas y culturales de aquellos para los que legislan; y la distinción entre ciudadanos y súbditos que fue capital para Rousseau y, de manera diferente, para Tocqueville. Muy claro no existe divinidad alguna frente a las normas, sus deseos religios son importantes pero cada quien en lo individual y no plante el presidente. Son groseras sus afirmaciones y aún así tiene aplaudidores. “Inquemonos ante el”. Afirma el Supremo López Obrador, ya no presidente.
El diálogo de las Leyes tiene lugar entre tres ancianos peregrinos que se encuentran en el camino de Cnosos al templo de Zeus, en la isla de Creta. Como el camino es largo, el protagonista, conocido solo como el forastero de Atenas, propone a Clinias, cretense, y a Megilo, espartano, amenizar el tiempo con una comversación sobre el gobierno y las leyes de Creta y Esparta. Ambas ciudades eran famosas en aquella época por sus leyes. De hecho, el santuario al que llegan los viajeros conmemora el origen supuestamente divino de las leyes de Creta. Atenas, según el anónimo forastero, no era tan afortunada: padece numerosos males cívicos que él atribuye al mal uso de la libertad y a la falta de moderación por parte de gobernantes y gobernados, agregando que siempre las Leyes y luego lo divino.
Kelsen nos dice que es preciso clarificar varios términos antes de mostrar las distintas respuestas que esta pregunta tiene. Por “derecho” se entiende el Derecho positivo, nacional o internacional. Por “validez” se entiende la fuerza que obliga a obedecerlo, o sea la idea según la cual una ley debe ser obedecida por las personas cuya conducta regula. La pregunta que se plantea es por qué estas personas deben obedecer al Derecho.
Por tanto, no responde a nuestra pregunta afirmar que el Derecho positivo es válido porque es justo. Si el Derecho positivo necesita hacer derivar su validez del natural, carece de validez en sí mismo. Los hombres deberían obedecer únicamente las normas del Derecho natural y reguladas luego en las leyes. La doctrina de éste no responde a la pregunta de por qué el Derecho positivo es válido, sino a la pregunta, totalmente distinta, de por qué el Derecho natural es válido. Y la respuesta que da a esta pregunta es una hipótesis: el presupuesto normativo según el cual los hombres deberían obedecer las órdenes de la naturaleza. Ésta es su norma básica. Es decir las normas tienen un valor natural porque provienen de la convivencia de los ciudadanos en un Estado.
El análisis demuestra que sus hipótesis no son aceptables para una Ciencia del Derecho en cuanto al derecho divino. Si se pone en cuestión la validez de esta ley, su propia validez inmanente, no debe buscarse ninguna otra justificación en otro orden superior. Debe suponerse que Ley constituye ya un orden supremo, soberano.
Presidente Usted no es un ser supremo. Es un servidor, el primero que debe respetar la Ley. No somos su subditos.
Salud y larga vida
Profesor por Oposición de la Facultad de Derecho de la UACH.
X @profesor_F