Opinión

Sábado negro, y una estela de luz.

Por; Manuel Narváez Narváez

Email: narvaez.manuel.arturo@gmail.com

El sábado primero de noviembre de este 2025 fue un día para olvidar.

En Hermosillo, Sonora, 23 personas perdieron la vida en un aparente incendio dentro de una conocida cadena de tiendas, Waldo´s. Entre las víctimas están 8 menores de edad y dos mujeres embarazadas.

Aparte de las acostumbradas ejecuciones en el país, entre ellas la de un policía en Veracruz, las de Ciudad Juárez que no ceden pese a que la Presidencia Municipal tiene representación los lunes en la Mesa de Seguridad Federal, las de la ruta del sol rumbo a Ojinaga y las que ocurren en el trayecto de Satevó a Parral son sumadas a la del alcalde de Uruapan, Michoacán.

En esta entidad en lo que va del año líderes agrarios han sido ejecutados por negarse a pagar “aranceles” -derecho de piso- al cártel criminal que, por décadas, controla esas tierras.

Entre el sangriento sábado cobró relevancia nacional el asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Alberto Manzo Rodríguez, quien fue arteramente ultimado cuando celebraba el Festival de las Velas, junto a cientos de familias.

Carlos Manzo, edil independiente que ganó las elecciones apenas el año pasado, plantó firmeza ante el crimen organizado de su Municipio, y lo enfrentó a pesar del escamoteo de la federación para apoyar la encomienda popular.

En varias ocasiones el infortunado munícipe solicitó infructuosamente el apoyo federal para hacer frente a las amenazas del CJNG, con el cual relacionan a destacados miembros del partido oficialista. Apenas si le asignaron un par de elementos de la GN para su protección.

En el intento por llevar paz a su pueblo, Carlos Manzo encontró la muerte a manos de un comando que lo asesinó frente a niños, mujeres y ancianos.

A los criminales no les importó el supuesto apoyo de la GN ni los elementos policíacos que lo protegían, y a la vista de personas inocentes, entre ellos muchos niños, jalaron el gatillo a quemarropa y lo ultimaron de varios balazos.

El crimen quién sabe si sea resuelto objetivamente, porque la ejecución hiede a intelectualidad de altos vuelos, ni modo que los perpetradores no supieran que la huida era prácticamente suicida. El supuesto ejecutor fue abatido en la escena del crimen, y eso es suficiente para entender el origen de la orden.

El crimen de Carlos Manzo desató inusitada reacción en medios de comunicación, pero sobre todo en redes sociales donde cientos de miles responsabilizan a la presidencia de México por haber desoído los llamados de auxilio del alcalde y minimizado su esfuerzo por contener al crimen organizado.

Mientras la tristeza, la impotencia y el miedo se apoderan de millones de mexicanos que viven con la percepción de inseguridad hasta el tope, hay algunos destellos de esperanza que alimentan la posibilidad de recuperar espacios libres de violencia y extorsiones.

En la ruta del sol, desde Aldama hasta Ojinaga, está Coyame del Sotol. En ese municipio enclavado en el desierto residen personas que se resisten a abandonar el terruño. Es el carácter de quienes viven en condiciones precarias y condiciones climáticas extremas.

Desde hace unos 50 años, la frontera de Ojinaga con Presidio, Texas, ha sido ruta para el trasiego de drogas. Quién no recuerda la historia de Pablo Acosta Villarreal, el capo que en los 70 y 80 controló el paso de estupefacientes y la aduana, hasta que dejó de serle útil al sistema, al de aquel lado y al de éste.

Ningún Gobierno federal o estatal, mucho menos municipal, ha querido o no ha podido pacificar ese territorio.

En el sexenio del exgobernador Patricio Martínez construyeron una carretera de cuota que, hoy en día, está en buenas condiciones, pero el tramo federal está en pésimas condiciones y debido a la fuerte presencia de gavillas criminales luce desolado.

En la que va de este sexenio estatal, las estrategias implementadas por los tres órdenes de Gobierno parecen no ser tan efectivas, pese a la captura de presuntos criminales y decomiso de armas y municiones.

Al igual que otros territorios como Guachochi, Satevó-Parral, Juárez y la capital, el fallido bachetón dificulta el tránsito por las carreteras y los grupos criminales inhiben circular sin temor de Aldama a Ojinaga.

La ruta del sol es muy bella por su gente, sus paisajes y por su historia.

La producción de sotol tiene denominación de origen para orgullo de la región y de Chihuahua. Además, los dulces que fabrican deleitan a locales y foráneos.

La iglesia de Aldama, el antiguo Bosque, la comida y las paleterías han enamorado a muchas, a muchos.

La estación Falomir, del poblado Maclovio Herrera, en el municipio de Coyame, cuenta mucha historia.

El poblado de Cuchillo Parado, en el mismo municipio, grabó su nombre en los anales de la historia al ser de los primeros asentamientos revolucionarios.

Qué les puedo decir de la maravilla del Pegüis, ese capricho de la naturaleza que engalana el paisaje de la ruta del sol.

Y las grutas de Coyame, las que después de mucho tiempo por fin fueron atendidas por la Secretaría de Turismo, para beneplácito de los amantes de aventuras.

Tras mucha insistencia del alcalde Felipe Armando Reyes Mancha, esta otra maravilla natural puede reactivar el turismo en la región. Vale la pena, y mucho, sólo falta que haya seguridad para recuperar la confianza de los paseantes y modernicen la carretera federal.

Enhorabuena por Coyame, por su gente y por su presidente municipal.

Ojinaga y Manuel Benavides no se quedan atrás, visitarlos es vivir las fuerzas naturales al máximo, comer sabroso, aprender de su historia y conocer un hermoso rincón de México.

En medio del dolor, la tristeza y miedo hay señales de valentía y de justicia que inspiran para recuperar la paz. Mejor si es por nuestra cuenta.

Es cuanto.