Internacional

La Generación Z convierte símbolos pop en banderas de protesta.

24 HORAS

por Ricardo Preza

En distintos puntos del planeta, una generación nacida en la era digital está llevando su inconformidad más allá de las redes sociales para ocupar las calles con consignas propias.

Desde Nepal hasta Madagascar, pasando por Indonesia, Filipinas y Marruecos, la Generación Z —personas nacidas entre 1997 y 2012— ha convertido símbolos de la cultura popular en emblemas de resistencia contra gobiernos cuestionados por corrupción, desigualdad o ineficiencia.

El más llamativo de esos íconos es la bandera de One Piece, el manga japonés creado en 1997 por Eiichiro Oda. La imagen de una calavera sonriente con sombrero de paja, conocida como Jolly Roger, ha trascendido el mundo del entretenimiento para convertirse en lenguaje compartido de protesta.

En los últimos meses fue desplegada frente al palacio de gobierno en Katmandú —incendiado durante disturbios que terminaron con la caída del primer ministro—, pintada en muros de Yakarta y levantada en Manila en marchas contra el desvío de fondos públicos. En Madagascar, apareció en las movilizaciones que desembocaron en la disolución del gabinete.

Los testimonios de jóvenes activistas explican esa apropiación cultural. “La bandera pirata es como un lenguaje común ahora”, afirmó a medios internacionales la organizadora nepalí Rakshya Bam, de 26 años.

La Generación Z ha convertido símbolos de la cultura popular en emblemas de resistencia contra gobiernos.
Foto: AFP | La Generación Z ha convertido símbolos de la cultura popular en emblemas de resistencia contra gobiernos.  

Precedente en Asia

Este fenómeno recuerda otros precedentes en Asia. En Tailandia y Birmania, durante la década pasada, se popularizó el saludo de tres dedos de Los juegos del hambre como gesto de oposición a los regímenes militares. En Hong Kong, la rana Pepe, meme surgido de foros digitales, fue resignificada como emblema prodemocracia. Estos ejemplos muestran cómo los jóvenes recurren a códigos culturales reconocibles para expresar demandas políticas en contextos donde la censura limita otros canales.

Expertos en comunicación subrayan que estos símbolos funcionan porque son simples, fáciles de reproducir y cargados de significados locales. Natalie Pang, de la Universidad Nacional de Singapur, sostiene que la bandera de One Piece “se adapta a cada protesta y se infunde con nuevos sentidos, movilizando incluso a quienes no comparten idioma”. La viralidad en plataformas como TikTok, Instagram o X facilita la difusión y amplifica las causas.

El impacto es tangible. En Nepal y Madagascar, las protestas encabezadas por jóvenes derivaron en cambios de gobierno. En Indonesia, la utilización del estandarte fue calificada de “provocación” por autoridades, lo que llevó a Amnistía Internacional a advertir sobre violaciones a la libertad de expresión. Con Marruecos, el colectivo GenZ 212 —surgido en Discord— convoca manifestaciones en trece ciudades con demandas de salud y educación dignas, diferenciándose por un discurso pacífico y por el uso de consignas como “No queremos el Mundial, la salud es prioritaria”.

Generación Z da nueva forma al vocabulario político

La Generación Z combina indignación y creatividad en su activismo. Sus integrantes crecieron en un mundo atravesado por la crisis económica de 2008, el cambio climático y la precarización laboral, y hoy enfrentan tasas de desempleo juvenil superiores al 20% en países como Nepal. Ante gobiernos percibidos como corruptos o indiferentes, recurren a símbolos globales que condensan rebeldía, esperanza y crítica al poder.

En el universo de One Piece, los protagonistas no son piratas saqueadores, sino jóvenes marginados que desafían a un régimen opresivo. En la vida real, esa narrativa conecta con una generación que se niega a permanecer en silencio. Con banderas nacidas de la ficción, la Gen Z está dando forma a un vocabulario político nuevo, transnacional y profundamente digital, capaz de derribar gobiernos y de colocar en el centro de la discusión global sus reclamos por justicia, dignidad y futuro.