Por: Manuel Narváez Narváez
Email: narvaez.manuel.arturo@gmail.com
Lo dicho, la caterva de políticos (as) mexicanos (as) está destinada a seguir destruyendo al país.
La soberana madriza que recibieron en las urnas el pasado dos de junio no les sirvió de escarmiento porque continúan en las dirigencias del PAN y del PRI dos de los principales responsables de la peor derrota infringida a la oposición en los últimos tiempos.
Esto no significa que la secta ganadora (Morena, PT y PVEM) sean especiales, pues rebautizaron a muchas y muchos de los responsables de las políticas públicas empobrecedoras y a saqueadores de las arcas públicas. Rehartos conocidos y conocidas.
Tampoco voy a reparar en la legitimidad de los comicios porque me queda claro que la elección reciente fue trastocada en todos sus principios rectores de democracia y el presidente de la república como orquestador principal del cochinero no será sancionado por el árbitro electoral (INE y TRIFE) está absolutamente doblegado por el ejecutivo federal.
Lo lamentable del proceso electoral que aún no concluye porque falta investir a la que obtuvo presuntamente la mayoría de los sufragios; es que los timoneles perdedores se aferren a continuar viviendo de las bondades del poder público.
Marco Cortés y la pandilla que lo secunda ha hecho del tiempo su cómplice para apostar al olvido de su desastre y pésima dirección del PAN.
Sus mentados análisis y reflexiones van a terminar como la mayoría de esas utopías desde que perdieron la presidencia de México en 2012.
Entretanto una comisión de vacas sagradas integrada por vividoras y vividores del sistema político mexicanos, tales son los casos de Cecilia Romero, Ana Teresa Aranda, Ignacio Loyola -ya se libraron de Santiago Creel-, entre otros menos peores, van a organizar el proceso de renovación de la dirigencia.
El PAN, al igual que todos los que mantienen el registro, son de interés público y, aunque se escuden en estatutos y militancias obedientes, se sostienen con recursos públicos que pagamos los contribuyentes.
La partidocracia mexicana defiende lavar las sábanas y toallas en casa, pero el resultado de sus acostones políticos e impúdicas relaciones poliamorosas las pagamos las y los mexicanos.
Muy digno, Cortés se ufana: “No nos vamos a dividir por presiones de afuera ni de adentro del partido”; sin embargo, el hijo de la consigna, no obstante que se agandalló la primera senaduría plurinominal, pretende dejar herencia maldita, como lo es él de Ricardo Anaya.
El cómplice se llama Alejandro Moreno, el millonetas exgobernador de Campeche y regente nacional del PRI, que modifica los estatutos de lo que queda de ese partido, para quedarse al frente hasta el 2032.
“Alito”, como le gusta lo nombren, será senador y compañero de Marko Cortés, gracias a los agandalles de las primeras fórmulas al inicio de las campañas presidenciales.
Desde aquel entonces se les señaló como vulgares chacales de la democracia al agenciarse para sí los primeros lugares en las listas de plurinominales de sus respectivos partidos. Eso sí que es ser generoso consigo mismos, eso sí es justicia social en carne propia.
A Cortés y a Moreno les importa 30 hectáreas de ya saben qué, la democracia, la vergüenza y la dignidad humana. Ellos, como la mayoría de las remoras que flotan en las burbujas de sus cúpulas, solo quieren dinero y poder.
Si la tunda que les pararon en las urnas no fue razón suficiente para recobrar la congruencia, entonces no esperamos nada los ciudadanos comunes para contar con contrapesos al régimen comunista que ya se consolida en México.
Yo esperaría que las genuinas militancias del PAN y del PRI sacaran la casta y se emanciparan de tanta mugre elitista en sus cúpulas que se han hinchado de lana a costa de las prerrogativas y los cargos públicos plurinominales.
Que desperdicio en serio, si bien quedan muchas y muchos vividores en lo que queda del PRIAN original, desaprovechan que ya se largaron a Morena otras y otros que exprimieron la ubre gubernamental hasta el hastío.
Las y los mexicanos libres que formamos parte de los 66 millones de electores que no cedimos a la $educción del oficialismo, esperamos mujeres y hombres íntegros que, verdaderamente demuestren con hechos, no servirse del poder.
Sinceramente hay temor por lo que venga y por la mañosa minoría legislativa que va a representar a la oposición.
También hay repudio por la metástasis cancerígena que representa aquella militancia que, sin pudor alguno, se sirve con la cuchara grande en las jerarquías partidistas, en los puestos gubernamentales y en los poderes de los tres órdenes de gobierno. Se cuentan por legiones las familias saqueadoras del dinero público.
No hay de dónde escoger, sí al caso se le mueve una patita a la esperanza de que haya, ahora sí, una revolución de las conciencias en la escasa militancia del PAN y del PRI, pero por la víspera eso hiede a utopía.
Los que aun vivimos en oasis donde se han hecho más o menos bien las cosas, tal es el caso de Chihuahua estado, no somos masoquistas ni idiotas, pero todo tiene un límite.
Que comience la limpia.
Es cuanto.