Opinión

Celebro lo aprendido y la Navidad.

Por: Manuel Narvaéz Narváez

Email: narvaez.manuel.arturo@gmail.com

Cómo dos bocas sembraron el terror en Tabasco, elevando al máximo la sicosis entre las familias del municipio del Centro -Villahermosa- previo a la Navidad.

En solidaridad con mis raíces y la sangre que me une a esa hermosa tierra, voy a aprovechar este espacio para ensalzar las virtudes y sentimientos que genera la celebración del nacimiento del niño Jesús.

Aunque muchas veces me ganó la timidez, que nunca la vergüenza por la Fe que profeso, hoy jubiloso lo presumo. Soy católico y creo en Dios.

Habida cuenta de dejar en claro mis creencias, comparto algunos momentos que marcaron mi vida este año a punto de concluir.

A quienes me hacen el favor de regalarme su tiempo para leer mis colaboraciones cada inicio de semana en este espacio que el Diario de Chihuahua me ha prestado por 14 años, y los que me honran compartiendo las que consideran de interés, les expreso mi agradecimiento.

Durante más de 45 semanas de este 2023 he escrito de diversos temas, la mayoría relacionado con situaciones que vivimos cotidianamente en esta bella capital de Chihuahua, de mis salidas a la frontera más chingona del mundo -Ciudad Juárez- y a recorrer vastos territorios del estado grande que me obsequió la ciudadanía chihuahuense.

Ciertamente abordo temas que tienen que ver con lo que acontece en este México amado, pero que a algunos no les agrade porque pensamos diferentes, aunque unos cuantos hoy lo hagan por conveniencia.

En el camino hay momentos y días aciagos. Existen desafíos que se nos presentan y debemos afrontar, en el entendido que no siempre el resultado es favorable, pero el aprendizaje es un regalo a aquilatar.

Como todos, tuve mis pruebas, inclusive desde el inicio del año cuando un descuido pegó al producto de mis esfuerzos. Claro que se me subió la bilirrubina (metáfora) por el coraje, pero una voz sabia me dijo: “papá, supéralo, solo es dinero”. Y sí, eso hice, entonces regresó la tranquilidad

Casi terminado abril una roquita se me atascó en la uretra, hijuesu. Por si lo había olvidado, como en dos ocasiones anteriores, el dolor me hizo recordar que soy mortal como todos; quien lo ha experimentado sabe que, si no lo has hecho, aprendes a amar a Dios en tierra ajena.

Los galenos hicieron lo suyo, y la clínica mucho ma$, sin Yolanda diría el populo. La enseñanza es que los bienes son para remediar los males, que los malos hábitos pasan factura, pero recuperé la salud, y tras 44 años dejé de envenenar, ¡yes!, le dije adiós al cigarrillo.

Octubre, mes que brilla con el nacimiento de mi madre y de la madre de mis hijos; sin embargo, este en particular fue diferente.

A mediados del mes el Todopoderoso llamó a la maestra Mary Luján Peña, extraordinaria mujer, madre, abuela y bisabuela que, con sus enseñanzas, dejó un gran legado en los corazones de muchas personas que tuvimos el privilegio de conocerla.

Apenas la semana que terminó, el muy querido tío “Vilo”, Wilfrido Narváez, de Tacotalpa, Tabasco, se fue descansar para siempre. Hombre generoso que, aun nonagenario era fuerte como el roble y chambeador como pocos. El amor a sus hijos y al prójimo le obsequió el reconocimiento de su familia, familiares y de su comunidad.

Todavía la semana antepasada mis enemigos “secretos” me pusieron a prueba. No fue fácil y sí me destantearon, lo reconozco, pero confié en ÉL y la neta, no solo superé la embestida, sino que a ésos les faltaron naranjas, toronjas, limas y limones para seguir pelando.

Sigo en pie, con unas cuantas canas más, un 16 más lento, pero más sólido por lo aprendido.

Antes de finalizar el año gozo de nuevas oportunidades, pero más que nada agradezco al Creador por mi salud, por la de mis seres amados, y por ese coro celestial conformado por mis mayores y amigos que escucho en mi corazón que me animan a celebrar esta Navidad.

Feliz Navidad a mis lectores y las personas de buena voluntad.