
Por: Francisco Flores Legarda
“No tengo Dios, él me tiene;
quizás de algo le sirvo”
Jodorowsky
Tengo algunas semanas sin hacer señalamientos sobre los ejercidos del poder sobre el gobierno de estado, Morena, ya son muchos escándalos. La Ley General de Telecomunicaciones en la cual se pretende suspender, desaparecer a las plataformas informativas digitales que son más critica a los poderes del Estado Mexicano, es decir todos, ejecutivo legislativo y judicial. Sin señalar que nada sucederá a los medios cercanos tradicionales al gobierno de Morena y la presidenta de la República. A los cuales se les dan contratitos para que estén tranquilos ofreciéndoles fuero para que defendía o guarden silencio a lo que llaman su movimiento, que dicen el pueblo les entrego. Olvidando que menos de la mitad de los ciudadanos votaron por ellos. Pero así es su pueblo sabio.
Vemos como régimen político actual ya esta regresando a la etapa de transición entre la Edad Media y la Edad Moderna en Europa occidental. Específicamente el que tuvo lugar entre los siglos XVI al XVIII. No vayamos lejos el ciudadano fue obligado a pedir perdon a Noroña, no solo pública sin en el Senado en seguida del mismo senador, ni en los tiempro del PRI esto sucedia, pero el poder dicen es para ejercerlo y lo hizo, frente a todos, una humillación, este es el pueblo a que someten.
Su característica más destacada es la concentración de todo el poder político en las manos de los monarcas. Como reyes gobierna sin más restricciones que su propia voluntad, la cual por lo tanto tiene el valor de una norma jurídica. No se concibe la existencia de los poderes entendidos como inherentes a cualquier régimen republicano o democrático, o sea, el ejecutivo, el legislativo y el judicial. Les pertenencen, no es retorica esta a la vista. El primero de junio sera otra estocada el pueblo que los eligio.
Estos soberanos tiene sólo derechos y el pueblo, sus súbditos, sólo obligaciones.
El absolutismo monárquico, que ahora tenemos surge como una evolución en la acumulación del poder de la nueva monarquia mexicana, la cual se incrementa se asemeja o es igual la que existio en la Alta Edad Media alcanzando su cenit en la modernidad, “nos dicen, todos unidos recibamos migañas del poco de poder que tenemo como ciudadanos, asi lo dice el artículo 1 de la Constitución, la cual ya no existe” .
Estamos en el paradigna de rey absolutista fue Luis XIV (Morena), que han aprendido a sintetizar los principios del nuevo régimen en una fórmula memorable: “L’État, c’est moi” (El Estado soy yo). Inciado por López Obrador
Su sucesora también lo expresa con con suma claridad: “Es sólo en mi persona donde reside el poder soberano, cuyo carácter propio es el espíritu de consejo, de justicia y de razón; es a mí a quien deben mis cortesanos su existencia y su autoridad; la plenitud de su autoridad que ellos no ejercen más que en mi nombre reside siempre en mí y no puede volverse nunca contra mí; sólo a mí pertenece el poder legislativo sin dependencia y sin división
Dos son los medios argumentativos tendientes a legitimar el ejercicio absoluto del poder por parte de los nuevos monarcas de nuestro gobierno en sus tres niveles en uno. No solo eso ya son dos el religioso y el filosófico.
El primero es el que le da origen a la llamada teoría del derecho divino, que afirma que los reyes gobiernan por ser los representantes de Dios en la Tierra y por lo tanto sin restricciones y debiendo sólo rendir cuenta por sus actos ante él. El principal teólogo y defensor de esta teoría/doctrina fue el francés Jacques Bossuet, quien expresaba: “Dios establece a los reyes como sus ministros y reina a través de ellos sobre los pueblos (…). Los príncipes actúan, pues, como ministros de Dios y son sus representantes en la Tierra. Por esto, el trono real no es el trono de un hombre sino el trono de Dios mismo. Así, la persona de los reyes es sagrada y atentar contra ellos es un sacrilegio. Se debe obedecer a los príncipes por principio de religión y de conciencia. El servicio de Dios y el respeto por los reyes son cosas unidas (…) Dios ha puesto en los príncipes algo de divino”. Luego el pueblo nos tenemos que someter a su divinidad, sin pero alguno. Se callan o se callan.
Otro defensor de la teoría del derecho divino supo expresar: “Dado que, después de Dios, nada hay mayor sobre la tierra que los príncipes soberanos, instituidos per Él como sus lugartenientes para mandar a los demás hombres, es preciso prestar atención a su condición para, así, respetar y reverenciar su majestad con la sumisión debida, y pensar y hablar de ellos dignamente, ya que quien menosprecia a su príncipe soberano menosprecia a Dios, del cual es su imagen sobre la tierra”.
Pero sin apelar a la teoría del derecho divino, otros pensadores justificaron la necesidad de un gobierno absoluto. El mayor exponente fue el contractualista Thomas Hobbes, quien entendía que la única forma de imponerle un freno a la maldad intrínseca del ser humano era merced a la creación de un gobierno fuerte, que surge de la renuncia de todos los derechos de quienes forman parte de la sociedad con el objetivo de poner fin a la “guerra de todos contra todos”.
Nuestro aplica un conjunto de medidas económicas conocidas como populismo. Conciben que la grandeza y poder del estado es directamente proporcional al poder que ejercen.
Salud y larga vida
Profesor por Oposición de la Facultad de Derecho de la UACH.
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