Opinión

De cómo dejar de ser humano.

Por: Francisco Flores Legarda

“¿Qué es un ser humano? // Un ser
que juega desde que nace hasta que muere.”
Jodorowsky

Los filósofos de los últimos doscientos años exhiben una cierta tendencia a la
funeraria. Hegel declaró la muerte del arte, de manera que Wagner resultaba un
cadáver anticipado.  Nietzsche, más ambicioso, proclamó la muerte del Dios
cristiano y el triunfo del Superhombre. Su último gesto público fue protestar por los
golpes que le daban a un caballo, lo abrazó y perdió la razón. No sé si Foucault
 clasifica como filósofo, pero dejó claro que el Hombre había muerto.

Precisando: que ya no tenemos, o no hemos tenido, o no podemos tener una
imagen del hombre que nos convenza; y que el hombre a lo sumo puede ser
sujeto pero no objeto del conocimiento. ¿Por qué? Pues porque la realidad del
humano sobrepasa la capacidad del humano. Podemos conocer cualquier cosa
pero no conocernos a nosotros mismos. La imagen del hombre como hijo de Dios,
íntegra y durable durante más de un milenio, ha sido superada como una
superchería medieval.

De Nietzsche a Foucault se verifica el sepelio del humanismo que fue clave del
siglo XIX, o más bien del período entre 1789 y 1914. El humanismo romántico
descendía del renacentista, y este era a su vez un supuesto revival del
pensamiento griego. En realidad, nunca hubo ningún pensamiento griego
homogéneo, ni una idea única o positiva del humano, en tantos siglos.

Para Homero, se trata de una criatura desesperada, sometida al capricho criminal
de los dioses, condenada a la violencia, que solo anhela una casa, una mujer y un
hijo. Sócrates se ocupa del hombre, pero en esa tarea descubre a un solo Zeus,
Dios. Así que lo suicidan. Si mira usted un Praxíteles no verá un dios por el
cuerpo, que actualmente puede encontrarse en cualquier gimnasio. Pero el rostro
es imposible antes y ahora. Al representar a un dios con figura de persona se
llevaban los rasgos humanos a un extraño más allá, como si quisiera, debiera o
aun pudiera sobrepasar la realidad humana. Es lo que puede verse luego en el
rostro del David de Miguel Ángel.
No es de extrañar que el último Platón, el de Las Leyes, se muestre como un
hombre devotísimo. Aristóteles rompe esta unanimidad divina: es el maestro del
monstruo Alejandro y carece de esas ilusiones. Está a favor de una Ética, para los

que puedan con tanto, y nada más. Ahora bien, el pensamiento renacentista
contemplaba esas variadas aventuras como un inmenso refrescamiento mental
frente a la enajenación medieval, donde Dios había aplastado al hombre, con la
paradoja de que el cristianismo es la religión donde un Hombre es Dios.
La etapa de las revoluciones burguesas, que venía a liquidar la Edad Media, liberó
esas latencias del pensamiento occidental. El humano y no Dios estaba ahora en
el centro, tanto como individuo como en su dimensión social. Se desatan los
progresos de la ciencia humana en el gobierno del mundo: ciencia, tecnología y
política democrática. Dios resulta cada vez más innecesario y ya para 1900 la
frase de Nietzsche es una realidad. No hay Dios y la degollina de la Gran Guerra,
iniciada por los más creyentes, lo demuestra.

Al mismo tiempo el humanismo logra la victoria total con la Unión Soviética. Ahora
sí que no hace falta Dios para nada, y, curiosamente, tampoco el humano como
individuo. El Estado sí es humanísimo: va a atender las necesidades siempre
crecientes, no sabemos de qué tipo ni por qué, de todos; y luego habrá una
sociedad sin clases, un paraíso humano.
En el otro extremo surge entonces un Estado más sincero, que no abole a Dios,
pues el Guía recibe su inspiración de Dios. Es muy humano, es el Superhombre
Real, y Heidegger dice que en el Guía y solo en el Guía reside la Ley. ¿Ven? Ha
triunfado el hombre: Stalin, Hitler. La infanta Eulalia decía conocer a toda la
nobleza europea y que ningún noble era más fino que Mussolini. A Heidegger, que
era heterosexual, le gustaban las manos de Hitler. De príncipe, decía. Adoración
por un hombre que es casi Dios y no lo dice por modestia, por no hablar de sí
mismo. Los tanques nazis llevaban esta leyenda: Gott mit uns, Dios con nosotros.
Los dos totalitarismos, sin Dios o con Dios, se proclaman humanos. No sé si será
por eso que terminan fracasando estrepitosamente.

Con el famoso 11 de septiembre queda claro que hay otros actores en el mundo
que no proceden de Occidente y que de hecho son hostiles a este tipo de pugilato
entre el Hombre y Dios. La libertad, la ciencia y la tecnología de Occidente han
empoderado a unos cuervos muy agresivos, y el ateísmo chino reciclado en el
mercado, el islamismo petrolero y turístico, y el sovietismo ahora ortodoxo y
hitleriano, dicen que no, que el Hombre es asunto de ellos y Dios, si existe,
también. Y desde la libertad no hay forma de eliminarlos.
Para qué seguir.
Se oye de fondo la Imagine de Lennon, melancólica, pidiendo que nos unamos a
él, artista millonario de piano pintado de blanco, a fin de lograr una fraternidad del
hombre sin religiones. Otro profeta del humanismo liberal ateísta, tan irreal como
los otros, pero con cámaras para cantar y mansión con piano adentro.

No queremos, o mejor dicho, no nos dejan los emperadores, ser humanos
mundiales, sino imperiales o imperializados; o a esa conclusión nos llevan esos
políticos sangrientos, aun cuando pongamos, o pongan, una mujer y un negro en
la Luna y no sé si algún transgénero en Marte. Y si esto es inevitable en materia
de política, ni hablar de la episteme. Mientras todas estas desgracias de la historia
nos apartaban del hombre renacentista y romántico, la indagación de la naturaleza
humana ha ido complicando y enturbiando y perturbando esa imagen de una
forma verdaderamente peligrosa.
Somos inteligentes, incluso en forma artificial, que es mejor: todo está previsto
para el fin de lo humano, que humanamente no hay forma de ver sino como un
grosero error de la materia, inevitable porque la materia misma es groserísima
hasta la más implacable crueldad, pues ni se crea ni se destruye, aunque está
claro que nos destruye como individuos y está preparada para acabarnos como
especie en cualquier momento: mejor ser buenos y obedientes y corteses con la
eternidad chusma de la materia: mejor nos adelantamos.
Dios murió, el Hombre murió.
Díganme, sepultureros: ¿por qué? ¿para qué?
Preguntas para políticos de Morena y oposición, no hay mucho que decirles.
Como van las cosas enterraran al pueblo.
Salud y larga vida.
Profesor por Oposición