
Por: Manuel Narváez Narváez
Email: narvaez.manuel.arturo@gmail.com
De traiciones, calumnias, denuncias y otras linduras se encuentra el camino empedrado hacia la gubernatura en 2027.
Desde que la gobernadora dio el banderazo oficial a la “galopada” el año pasado en Delicias, yeguas, caballos, mulas y burros se dan con todo para hacerse de la candidatura y disputar el relevo de la primera magistrada del estado.
Como referencia, en 1998 Ramón Galindo Noriega, alcalde de Ciudad Juárez, paró en seco al favorito de Pancho Barrio, para sucederlo como el segundo gobernador consecutivo de Acción Nacional en esa época.
Bastaron dos rondas en una elección interna participativa e intensa, para que una alianza entre los “huarachudos” y el “dhiac” derrotaran claramente a Eduardo Romero Ramos, de origen priista, notario, exsecretario general de Gobierno e impulsado por la “familia feliz”, los privilegiados en el primer gobierno albiazul.
Lo que vino después fue una serie de obstáculos y zancadillas internas derivadas del choque entre Barrio y la candidatura de Ramón Galindo.
Una denuncia por presuntos actos de corrupción en contra de Galindo Noriega, respaldada por el presidente del PAN estatal, Guillermo Luján Peña, las intrigas palaciegas y los coqueteos de los funcionarios barristas con Patricio Martínez García contribuyeron a la derrota del fronterizo.
En 2021, el hijo predilecto de la “familia feliz”, hoy militante apestado de Morena, Javier Corral Jurado, apostó por Gustavo Madero Muñoz para sucederlo en el gobierno, pero se le apareció María Eugenia Campos que no sólo le ganó la candidatura y lo venció en juicio, sino que le exigió la entrega del mando -literal, porque no quería irse- que obtuvo por mandato popular en las urnas.
En su afán por vengarse de Maru, Javier pactó con AMLO para que el candidato de Morena fuera Juan Carlos Loera y no Cruz Pérez Cuéllar.
Con la imposición de Loera De la Rosa, el gobernador “pluri” firmó su derrota ante la primera gobernadora de Chihuahua.
No fue fácil para Campos Galván que remontó la traición de Corral Jurado y de los funcionarios corralistas que le jugaron las contras.
Para 2027, los ataques apuntan hacia el alcalde de Chihuahua, Marco Bonilla Mendoza, pese a que, según Morena y encuestadoras de nueva generación, pero de mañas ancestrales, colocan al panista a la zaga del partido oficialista.
Las aspiraciones de Bonilla se han consolidado frente a otros contendientes internos. Pero no se trata de que Mario Vázquez no tenga fuelle, que Valenciano no sea pieza, Miriam Soto sea contrincante pequeña o Daniela Álvarez no cuente con credenciales para la candidatura; simplemente el edil capitalino cuenta con el perfil idóneo, la experiencia gubernamental y excelente aceptación entre la militancia y sus gobernados, por lo que sería grave error desaprovecharlo.
La elección de 2027 va a ser muy difícil para el PAN. En primer lugar por las envidias inerciales que recobran fuerza en cada elección interna, en segundo lugar por el golpeteo permanente de Morena contra el presidente municipal y en tercer lugar por las traiciones y chantajes de arribistas que presionan para obtener las candidaturas más rentables.
En la cruzada que enfrentaría el panismo para esa elección hay un tema que no puede soslayarse: las alianzas.
Habida cuenta de los resultados mixtos que le ha dejado al PAN la alianza con el PRI, es ineludible analizar y definir dichas alianzas.
El diagnóstico actual es que el PRI sigue cayendo como gorda en tobogán. Supuestos sondeos ya lo colocan en el cuarto lugar nacional de preferencias, muy lejos de Morena y por detrás del PAN y MC.
Indiscutiblemente, el PAN de Chihuahua debe hacer frente a los chantajes de Alito Moreno y Alejandro Domínguez que, sí o sí, querrán mantener las candidaturas federales del Distrito 8 de Chihuahua, el 5 de Delicias y el 9 de Parral.
Los priistas controlan la Secretaría General de Gobierno, la dirección del Instituto Chihuahuense del Deporte y Cultura Física, la coordinación de comunicación social de la FGE, la Subsecretaría de Educación, la dirección de la UTCh, la rectoría de la UPCh, la dirección del Conalep, la Subdirección de Gobernación Municipal, la dirección municipal del Instituto de la Mujer, entre muchos cargos más, y cinco diputados locales.
El caso es que realidad de ahora es diferente a la de hace cuatro años.
Y no es un secreto a voces que una buena parte de lo que queda del PRI se ha inclinado a favor del alcalde de Juárez.
Moreno y Domínguez quieren forzar la alianza con el PAN para obtener más candidaturas federales y locales, y más espacios en la alcaldía capitalina, así como en la de Delicias, Cuauhtémoc, Parral y Camargo.
Sin lugar a dudas el escenario es de harto complicado para Acción Nacional porque tendrá que elegir bien con quién se alía, concretar lealtades hacia el interior y en torno a la candidatura al Gobierno estatal, extirpar a tiempo a los frutos podridos y definir cuidadosamente la agenda y propuesta.
En el 2027 se juegan el poco honor, prestigio y orgullo que les queda, y el destino de sus figuras públicas más importantes en la actualidad pueden ser las últimas.
La otra es que Morena gane y gobierne Chihuahua por los siguientes 50 años.
Es cuanto.