
Por. Moisés Alvarez Palacio.
El 1 de mayo, fecha emblemática que conmemora la lucha por los derechos laborales, debería ser un recordatorio de justicia y equidad para todos los trabajadores. Sin embargo, en México, este día también expone las contradicciones entre los discursos oficiales y la realidad que vive el magisterio. Los trabajadores de la educación, enfrentamos condiciones laborales precarias: algunas escuelas sin servicios básicos, infraestructura deteriorada y falta de apoyo institucional. A pesar de estas adversidades, el compromiso con la enseñanza está presente.
La llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia en 2018 generó esperanzas. Se prometió priorizar los derechos de los trabajadores, incluyendo jubilaciones dignas tras 28 o 30 años de servicio. Sin embargo, sigue pendiente la promesa de derogar la Ley del ISSSTE de 2007. La actual presidenta, Claudia Sheinbaum, ha mostrado mayor interés en resarcir las afectaciones de gobiernos anteriores (PRI y PAN), al congelar la edad de jubilación en 58 años para hombres y 56 para mujeres. Además, se incorporaron recursos del Fondo de Pensiones para el Bienestar para que la pensión de jubilación sea equiparable al último salario cotizado, con un límite de 17,364 pesos, equivalente al salario promedio registrado en el IMSS. Quienes ganen más de ese monto recibirán, como máximo, los 17,364 pesos.
Aunado a lo anterior, la mandataria firmará un decreto para favorecer a quienes tienen créditos hipotecarios impagables a través del Fovissste, pues 400 mil derechohabientes del Instituto están en una situación complicada.
El 1 de mayo también debe ser un llamado a la unidad. Los maestros, junto con otros trabajadores, tenemos el derecho y la obligación de exigir que esta reforma sea modificada o derogada. El gobierno actual cuenta con mayoría legislativa, por lo que no hay excusas para ignorar las demandas. La consigna “amor con amor se paga” que alguna vez usó el propio expresidente, hoy se vuelve irónica. Ha estas fechas ya se debería estar celebrado conquistas y la derogación de la Ley del ISSSTE del 2007, lamentablemente no es así.
Este día también invita a reflexionar sobre la coherencia política. Cuando Morena era oposición, criticó las injusticias del PRI y el PAN; hoy, desde el poder, parece repetir algunos errores. La reforma al ISSSTE, sumada al incumplimiento de la promesa de jubilación, evidencia una desconexión entre la promesa, el discurso y la acción. El 1 de mayo no es solo una conmemoración: es un recordatorio de que los derechos se defienden en las calles, en las aulas y en los espacios de decisión.
El 1 de mayo debe ser una fecha para también exigir transparencia. La lucha magisterial no es un tema aislado: es un símbolo de la batalla por un México donde ningún trabajador sea sacrificado por intereses políticos. Rectificar esta reforma no sería una derrota para el gobierno, sino una victoria para la justicia que el 1 de mayo representa.


