Por: Manuel Narváez Narváez
Email: narvaez.manuel.arturo@gmail.com.
El crecimiento de la ciudad trae consigo grandes desafíos para que no sea víctima de su propio éxito.
Chihuahua es una de las ciudades más competitivas del país y con la alta plusvalía por su calidad de vida. De eso no hay duda.
Al resultar atractiva para inversionistas, es natural que la demanda de vivienda y autos aumenten a la par, en el entendido que tenemos el doble de la media nacional de vehículos por habitante, y que el costo de la renta y adquisición de propiedades también sea elevado.
Con las severas sequías que estamos padeciendo, es obvio que el tema del agua está en primerísimo lugar de la agenda gubernamental. Asegurar el vital líquido para el consumo humano y a la industria debe tomarse con seriedad, mucha.
El desarrollo no debe detenerse, cierto, pero es responsabilidad de las autoridades ser objetivas en la planificación de dicho desarrollo para que la infraestructura urbana y los servicios públicos no se vean rebasados, como ya lo está en algunos casos.
El trágico accidente de la semana pasada en la prolongación Teófilo Borunda, por la zona de El Reliz, como se le conoce al polo de desarrollo más importante de la ciudad, donde la irresponsabilidad de un joven conductor provocó la muerte de una joven mujer que iba acompañada por su adolescente hijo, es un ejemplo de cuando las cosas se salen de control.
Ciertamente los cuatro puntos cardinales de Chihuahua presionan soluciones inmediatas por el caos vial debido a los cuellos de botella que se generan en horas picos que, a decir verdad, ya es a toda hora, todos los días.
No sé si el crecimiento vertiginoso de la ciudad estuvo en la mente de los anteriores alcaldes y de los gobernadores, pero lo cierto es que la actual administración tiene frente a sí un reto mayúsculo.
La inversión pública del trienio que comienza contempla tres grandes obras para despresurizar al descomunal tráfico de la capital, pero también debe involucrarse al Gobierno del Estado por lo que le concierne al tema del agua, el transporte, vialidad y autorizaciones de nuevos desarrollos habitacionales y económicos.
Para dimensionar el tamaño del desafío, la vialidad Teófilo Borunda, en el tramo que abarca desde la bajada del periférico De la Juventud hacia El Reliz, y desde la UVM de regreso a la incorporación del trébol que lleva de nueva cuenta el periférico a la altura de las oficinas de Vialidad, el tráfico vehicular es una locura.
Es obvio que muchas familias se sienten a gusto viviendo por la zona porque hay gran variedad de amenidades como universidades (La Salle, UPCh, UVM), colegios particulares, restaurantes, bares, gasolineras, farmacias, viviendas nuevas y seminuevas de media y alta gama con buena plusvalía, centros recreativos como el corredor Tres Presas, parque El Reliz, y un supermercado ya saturado.
El problema de ese éxito es que el volumen de automotores, y eso que no hay tráfico pesado como sí en el norte, en el sur y sureste de la ciudad, es que provocan constantes congestionamientos, con promedio de cinco choques al día, lo que eleva costo de seguros para autos.
Es común el exceso de velocidad en casi todos los tramos, particularmente de autos de alta gama, de fuerte cilindraje, en su mayoría conducidos por jóvenes de las universidades ubicadas en el sector, amén de los vehículos tipos razer atascados de cervezas que pululan por la zona, cuyos conductores -a veces menores de edad- con acompañantes conducen peligrosamente por la vialidad y por las terracerías.
Los arrancones son comunes en altas horas de la noche, las detonaciones de armas de fuego ocurren seguidamente y las carreras de autos se dan a cualquier hora del día.
La vida del sector Reliz es intensa. En la semana miles de familias salen a trabajar y a dejar a sus hijos a las escuelas; asimismo, los restaurantes y las cadenas de comida rápida están repletos casi todos los días, y los fines de semana no se diga.
Los puestos de comida no se quedan atrás y atienden a una buena cantidad de personas por las mañanas y por las noches. El problema es que hay varios remolques abandonados que afean el paisaje.
Aunado a la pesada carga vehicular, algunos locales como el Caffenio, Dairy Queen y la entrada al Alsuper que obstruyen un carril o a veces hasta dos como el caso de la entrada al parque El Reliz cuando hay eventos, dificultan aún más la fluidez vial.
El Gobierno municipal ha comenzado con algunas adecuaciones para mejorar el problema vial, de hecho, contempla una obra importante con la construcción de una gaza que desatore el embudo del trébol de la Teófilo Borunda que conecta con el periférico De la Juventud.
Las obras en efecto acarrean problemas de tráfico, por lo que las familias y empleados que laboran por el sector deben considerar las molestias que van a acentuarse.
Es bueno saber que realizar obras de esa envergadura llevan tiempo, al igual que tiempo va a llevar la construcción de la vialidad poniente 5 que va a conectar al oeste de la ciudad con el norte. Al menos de 8 a 10 años.
Con estas consideraciones es oportuno que el Gobierno del Estado y el Ayuntamiento de Chihuahua atiendan con prontitud y objetividad acciones que reduzcan los accidentes viales, garanticen el servicio de agua potable, seguridad en la zona y todos los servicios públicos, aunque eso implique medidas drásticas y severas.
Los chihuahuenses lo merecen.
Es cuanto.