Opinión

Deja el palacio, no el poder.

Por: Manuel Narváez Narváez

Email: narvaez.manuel.arturo@gmail.com

Por fin, terminan otros seis años terribles para México y los mexicanos. ¿El peor de últimos tiempos?, quién sabe, quizás.

Tras militar en el PRI por 25 años, fundar junto a Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo la corriente disidente del partido que los vio nacer políticamente; aglutinar a la izquierda mexicana en el PRD, consolidar el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) con con todo el priismo que gobernó los años 90, el del 2012-2018, incluido al temible grupo Atlacomulco de Edomex, Andrés Manuel López Obrador concluye, legalmente, su mandato.

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Fue candidato al gobierno de Tabasco donde fue derrotado, por fraude según él, por Roberto Madrazo Pintado.

Fue jefe de gobierno del Distrito Federal (hoy CDMX) de 2000 a 2006, pero pidió licencia para contender por la presidencia de la República y enfrentar a Felipe Calderón que lo derrotó por la mínima diferencia de 236,000 votos.

En su tercera incursión como candidato presidencial aplastó al PAN y al PRI en las urnas con más de 30 millones de votos. En su mensaje de campaña destacó que en su gobierno los pobres serían primero y que combatiría la corrupción, bandera que insinuaba el saqueo a las arcas públicas durante la gestión de Enrique Peña Nieto.

Desde el inicio de su mandato, el presidente López Obrador echó mano de todo el aparato gubernamental y acaparó los espacios públicos mediáticos desde Palacio Nacional a través de “las mañaneras”, para atacar sin piedad a todo opositor a su régimen.

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Andrés Manuel tuvo un inicio prometedor al decretar el aumento al doble de los salarios mínimos y reducción a la mitad del IVA en las franjas fronterizas; aumentar significativamente las pensiones a los adultos mayores y becas para estudiantes y jóvenes sin empleo y sin escuela.

Luego vinieron las primeras dudas con la adquisición de casi 700 pipas por un monto superior a los 92 millones de dólares para transportar gasolina ante la supuesta amenaza de desabasto.

Dijo que había reducido en un 95% el “huachicoleo” de combustibles; sin embargo, estudios señalan que en su gobierno aumentó hasta 23 veces, generando pérdidas por más de 2,500 millones de dólares a Pemex.

Ya con vuelo, Andrés Manuel ordenó construir el Tren Maya en el sureste mexicano. Aunque lo deja inconcluso, 7 millones de árboles fueron cortados para instalar las vías.

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El presidente ordenó la liquidación del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México por supuesta corrupción, pero hasta hoy no existe una sola denuncia, aunque sí 300 mil millones de pesos menos en las arcas públicas por la cancelación. En su lugar se amplió el Aeropuerto Militar de Santa Lucía (AIFA).

La refinería de Dos Bocas en Paraíso, Tabasco, fue un compromiso para ser autosuficientes en la generación de gasolinas, pero se quedó corto porque apenas si procesa el 0.4 de las gasolinas y el diésel que se requieren diariamente.

La megafarmacia que mandó construir costó a los contribuyentes dos mil millones de pesos. Sólo surte tres recetas al día.

Las obras emblemáticas del gobierno de la 4T se encarecieron hasta alcanzar un billón cien mil millones de pesos. Tres veces de su costo original.

Al sobrecosto de las obras hay que sumarle más de 16 billones de pesos de deuda pública, es decir, un 4% más o menos de lo que la recibió.

Si bien el endeudamiento es el más alto en los últimos 24 años, también es cierto que el 46% con respecto del PIB corresponde a los gobiernos del PRI y a los dos sexenios del PAN.

En combate a la corrupción y rendición de cuentas fracasó rotundamente. La megatransa en Segalmex por más de 9 mil millones de pesos, el enriquecimiento descomunal de los amigos de sus hijos, y que nadie haya pagado por la presunta corrupción de los gobiernos anteriores, mancharon el gobierno de la 4T.

En el rubo de la inseguridad, con Andrés Manuel López Obrador el número de muertes violentas relacionadas con el crimen organizado se elevó hasta más de 198 mil. Es el sexenio más sangriento de la historia.

El empleo creció poco, a razón de 350 mil plazas de trabajo formales por año.

En materia de salud dejó pendiente elevar los estándares de atención a primer nivel como en Dinamarca.

El pésimo manejo de la pandemia del Covid dejó 800 mil muertes, colocando a México como uno de los 4 países con el mayor número de decesos en el mundo.

Para cerrar el sexenio, AMLO liquidó la República y enterró la división de poderes a través de una mayoría artificial en el Congreso Federal que eliminó la independencia del poder Judicial.

Por otro lado, en este sexenio aumentó el salario mínimo hasta 182%, el más alto de los últimos seis sexenios juntos.

La recaudación aumentó razonablemente, una gran parte debido a la recuperación de créditos fiscales que dejaron de cobrarse en los sexenios de Fox, Calderón y Peña Nieto.

Las pensiones a adultos mayores ayudaron a disminuir la pobreza en 5 millones de personas, pero 400 mil más ingresaron a la pobreza extrema.

En materia de diplomacia, el gobierno de AMLO mantuvo altibajos con el de los Estados Unidos, su principal socio comercial, y de ellos también. Se peleó con el gobierno peruano, con el español y con el ecuatoriano, pero se mantuvo neutral con el conflicto Rusia/Ucrania e Israel/Palestina, y se acercó como ningún gobierno anterior a los regímenes de Rusia, China, Cuba, Venezuela, Argentina, Colombia y Brasil.

En retrospectiva con Díaz Ordaz martirizaron a los estudiantes, con Echeverría arrancó la borrachera populista que terminó López Portillo, con Salinas y Zedillo nos fue muy mal con la devaluación, con Fox se perdió la esperanza del cambio, Felipe crece la violencia y con Peña la corrupción.

Juzgue usted cuál ha sido el peor gobierno en 60 años.

Es cuanto.