Opinión

AMLO quiere jueces sumisos ¿MORENA vs. La independencia judicial?.

Carlos Armando Holguín Pérez

Estudiante de la Facultad de Derecho de la UACH

En estos últimos días, la propuesta del presidente Andrés Manuel López Obrador para reformar el Poder Judicial ha suscitado un duro debate en nuestro México. En síntesis, encontramos que esta iniciativa propone que los jueces y magistrados sean electos por voto popular, un giro de 180° que pone en la punta del precipicio a la mismísima independencia del poder judicial de nuestro país, tomando en cuenta que “Independencia” es un concepto el cual representa una parte inseparable de los pilares fundamentales sobre los cuales se mantiene en pie una democracia moderna. Bajo una perspectiva filosófica y política, las preocupaciones no son para nada pequeñas, pues esta reforma podría llevar al país a un preocupante retroceso democrático.

Citando voces antiguas desde la teoría de la separación de poderes de Montesquieu, uno de los principios básicos es evitar la concentración de poder en una sola entidad. Este filósofo argumentaba que la independencia de los tres poderes —ejecutivo, legislativo y judicial— es primordial para trascender y eludir la tiranía. La reforma propuesta por el presidente AMLO podría desvanecer la independencia en un suspiro, Sometiendo a jueces y magistrados a los caprichos de la mayoría y al régimen del Ejecutivo. Esto siembra la semilla del riesgo de una manipulación sombría, pues erosionaría al sistema de contrapesos de la democracia como si de una roca se tratase, reduciendo su capacidad para garantizar la justicia imparcial y autónoma.

De acuerdo con Montesquieu, cada poder debe servir como un contrapeso para los otros, y su separación es la clave para asegurar la libertad política de una nación. Si el Ejecutivo tiene dominancia no solo al Legislativo (ya que los miembros del gabinete [poder Ejecutivo] son también miembros del parlamento [poder Legislativo]) sino también al Judicial, nos asomamos al abismo del poder desmedido. Este es el oscuro presagio de la propuesta presidencial: el crepúsculo de la independencia judicial y el siniestro avance hacia la concentración del poder, algo que éste filósofo francés consideraba el camino recto hacia la tiranía.

Immanuel Kant, otro de los ecos más importantes del pensamiento político, también tendría serias críticas a esta reforma. Aunque Kant defendía la autonomía de la razón y la libertad individual, no consideraba estos principios como fundamentos esenciales de la democracia directa, sino de un sistema republicano basado en la representación. Para Kant, la legitimidad política se funda en un gobierno de leyes racionales, no en la mera voluntad popular, para contener el rugir de la multitud desenfrenada. La propuesta de AMLO podría manipular la voluntad popular y convertir la elección de jueces en un ejercicio más del poder político, despojándolo de la imparcialidad y la independencia que debe acompañar al sistema judicial.

La “tiranía de la mayoría”, un concepto mencionado por John Stuart Mill en su obra “Sobre la Libertad” describe la opresión de la minoría por la voluntad de la mayoría, parece materializarse en esta propuesta. Cuando se manipula la conciencia política y se compromete la participación ciudadana libre e “informada”, se niega con vehemencia a las personas su derecho moral y político, pues se instrumentalizaría a la ciudadanía como un medio para mantener el poder al no ser tratadas como fines en sí mismas, una violación directa a los principios democráticos.

Montesquieu y Kant, desde sus perspectivas, coincidirían en que la reforma de AMLO es un grave retroceso democrático y republicano. Montesquieu advertiría sobre la desaparición de la separación de poderes y la caída en el abuso de poder, mientras que Kant vería una coacción de la libertad individual y colectiva, esencial para cualquier sistema político que aspire a ser justo y equitativo, ya que concentra el poder y coarta la libertad. Ambos filósofos hubieran defendido con firmeza que cualquier intento de concentrar el poder y manipular la voluntad popular va en contra de los principios fundamentales democráticos y republicanos, dos adjetivos que integran a nuestro país.

La independencia judicial no es solo un requisito técnico más, sino una garantía de justicia y equidad. La propuesta de AMLO, en lugar de buscar fortalecer la democracia, amenaza con amedrentarla, poniendo el filo en la garganta del Poder Judicial y la protección de los derechos de los ciudadanos. En este contexto, es sumamente imperativo que se mantengan los contrapesos y la autonomía de las instituciones para preservar la esencia misma de la democracia mexicana.