Opinión

Bye..den.

Por: Manuel Narváez Narváez

Email: narvaez.manuel.arturo@gmail.com

La elección presidencial de los Estados Unidos es crucial para el resto del planeta.

Quién resulte ganador de los comicios de noviembre no solo atañe a los estadounidenses, ya que las circunstancias actuales se dan en la mayor crisis geopolítica desde la guerra fría y el ataque a las torres gemelas de Nueva York con sus consecuencias ya conocidas, sino que tendrán impacto en el resto del orbe.

Hasta el sábado por la tarde la atención doméstica se centraba en la presión al presidente Joe Biden para que abandone la nominación demócrata, esto debido a la evidente discapacidad cognitiva mostrada en eventos públicos y en el primer debate electoral.

Pero las cosas tomaron un giro inesperado cuando el sábado por la tarde fue baleado el candidato republicano en el momento que encabeza un mitin en el poblado de Butler, en Pennsylvania, uno de los estados con mayor peso electoral (20 votos) y actualmente con preferencia hacia los demócratas.

El intento de magnicidio contra Donald Trump va a influir sin duda alguna el sentido de la votación que, pese al proceso penal que se le sigue al expresidente, mantenía hasta el sábado una ventaja de hasta 6 puntos porcentuales por delante del todavía mandatario Joe Biden.

A los serios problemas que tienen a Biden cerca de la sustitución como candidato presidencial verbigracia de la exigencia de legisladores de su propio partido para que renuncie, de presión de líderes de opinión afines a los demócratas, de medios de comunicación con gran influencia, de instituciones de gran peso como Hollywood y el condicionamiento de donantes multimillonarios a la campaña, se suma el atentado contra el magnate y oponente.

No solo es la edad lo que afecta a Biden y los constantes dislates en presentaciones públicas; peor aún resulta la notoria falta de liderazgo para contener la escalada de los conflictos entre Rusia/Ucrania, Israel/Palestina y China/Taiwán.

En lo concerniente a lo doméstico, el presidente Biden no ha podido frenar la pobreza en los estados gobernados por los demócratas como California y Nueva York, como tampoco ha sido capaz de contener el brutal consumo de fentanilo y otras drogas más potentes que están matando a los estadounidenses por miles.

En la relación con México, asunto no menos importante, dada la vecindad y el intercambio comercial -vital para la economía azteca-, ha sido complaciente y hasta temeroso con el mandatario mexicano, al que consintió los excesos de poder para perseguir a la prensa, doblegar a la oposición, destruir al poder judicial, someter al árbitro electoral, y lo más peligroso, ser un espectador pasivo en la consolidación del crimen organizado, el más letal y poderoso del orbe.

Biden fue permisivo por casi cuatro años con el tráfico de personas y no supo atender con eficacia la migración de millones de centroamericanos y caribeños que cruzaron impunemente por varias fronteras hasta llegar a los márgenes del Río Bravo.

En su paso, los migrantes que huyen de regímenes represores y violadores de los Derechos Humanos, tales son los casos de Venezuela, Cuba, Nicaragua, Haití y Honduras, provocaron crisis humanitarias en México, principalmente en entidades como Chiapas, Tabasco, Tamaulipas Y Chihuahua.

La permisividad de Biden y López Obrador ocasionó que ciudades como Chihuahua capital y Ciudad Juárez enfrenten sin en el apoyo de la federación la atención alimentaria y de salud de decenas de miles de migrantes varados en territorio chihuahuense.

La falta de talento de los dos mandatarios de EU y México provocó la tragedia que cobró la vida de 39 migrantes por un incendio en el centro del Instituto Nacional de Migración de México (INM) en Ciudad Juárez.

La política de permisividad de Bidel/AMLO ha sido terrible para Chihuahua y ha favorecido la impunidad.

A la economía del estado grande le han costado cientos de millones  de dólares las medidas ilegales que ha impuesto el gobernador republicano Greg Abbott en los cruces fronterizos de México con Texas, ante la ausencia de poder en la casa blanca y en palacio nacional para atender el grave problema de la migración ilegal y la trata de personas.

Para colmo de males, ambos mandatarios callaron ante la impunidad del general Francisco Garduño, responsable de la estación migratoria de Ciudad Juárez, del entonces secretario de gobernación Adán Augusto López Hernández, próximo coordinador de los senadores de Morena, y del que fuera canciller mexicano cuando el incendio mortal, Marcelo Ebrard, flamante secretario de Economía nombrado por la virtual presidente Claudia Sheimbaum.

Una eventual sustitución de la candidatura de Joe Biden no garantiza la victoria de los demócratas, como sí aumentan las posibilidades del convicto Donald Trump, con el intento de magnicidio. En cualquier caso, los estadounidenses, los mexicanos y el mundo entero no estarán mejor, por el contrario, aumenta la amenaza de una conflagración global.

Es cuanto.