Opinión

Mis ojitos de conejo.

Por: Luis Villegas Montes

Pensé mucho el título de estos párrafos. En algún punto, el primero en el que pensé fue: “mis ojos de mariguano”, ¡no se me hubiera ocurrido!, en cuanto lo comenté en voz alta llegó un alud de cuestionamientos de cercanos: “¿pos qué estás loco?”, “de por sí”, “con la fama que tienes”, “nomás eso falta que digan de ti” y así. Me dieron hasta para llevar. Negocié conmigo mismo (es que sí me gustaba el título por estridente), pero como se prestaba a equívocos y malas interpretaciones, cedí y en “ojitos de conejo” quedó.

¿Por qué lo sugestivo del título? Pues por eso, porque llevo semanas, meses, con los ojos colorados, colorados… como los ojitos de los conejos. ¿Por qué? Pues porque el medicamento que me aplico a diario unas gotas que permiten que el flujo de los globos oculares discurra con mayor facilidad y evite que aumente la presión del ojo produce ese efecto: enrojecer la esclerótica (la parte “blanca” del ojo).

¿Por qué las gotas? Porque padezco glaucoma. El glaucoma es una enfermedad que daña el nervio óptico; por lo general se produce cuando se acumula fluido en la parte delantera del mismo, el exceso de fluido aumenta la presión y daña el nervio (por eso debo usar vasodilatadores, para bajar la presión o, por lo menos, mantenerla constante).

Ahora bien, ¿por qué estoy escribiendo estas babosadas? Porque en la semana, no faltó el güevón (o güevona), sin oficio ni beneficio, que escribiera estos párrafos: “El magistrado con licencia Luis Villegas, podría tener un serio problema de salud visual que pone en riesgo su trabajo dentro del Poder Judicial del Estado […] Se dice que la situación es bastante complicada, incluso, afirman que si Luis Villegas no se atiende lo antes posible, podría perder la vista por completo en menos de un año, dejándolo en una encrucijada difícil para su carrera.

El supuesto glaucoma que pone en riesgo su visión, dicen que se empeora por el alcohol, y es que dentro del Poder Judicial comentan que la manera de beber del magistrado, es bastante sorprendente. Dicen que tal vez por eso en el tema político del PAN y de Xóchitl Gálvez, Luis Villegas nomás no ve una”.[1]

Estoy tan acostumbrado a que cualquier tarado (o tarada) me calumnie o difame, en público o en privado, que la nota apenas sí me provocó una breve sonrisa y una ligera levantada de ceja; empero, como luego, luego, un montón de gente llamó para avisarme (y como que no quiere la cosa, para enterarse del chisme), pues heme aquí escribiendo estas líneas.

Sí, padezco glaucoma (encuerado, también padezco perro parado de patitas). El glaucoma es una enfermedad crónica y es la enfermedad neurodegenerativa que más afecta a la población mundial;[2]la causa que produce la ceguera es la muerte de las neuronas que conducen el mensaje visual desde el ojo hasta el cerebro y en mi caso es de carácter hereditario (mi abuela Esther murió ciega y estuvo en esa condición por más de treinta años).

Esas son las malas noticias, por lo menos para mí —no faltará alguno perverso (o perversa) que lo festine—.

Las buenas son que, si continúo con el tratamiento como hasta ahora, las cosas no van a empeorar; si sigo las prescripciones médicas, el asunto no va a pasar a mayores; la otra buena noticia es, dice mi oftalmóloga, que puedo seguir echando trago alegremente, no hay ningún tipo de relación entre mi enfermedad y mi afición (moderada, por más que digan los hocicones) por las bebidas espirituosas. Que yo sepa, hasta ahorita, el alcohol no se bebe por los ojos; se puede uno poner hasta las manitas, eso sí, pero de los ojos nada.

Lo que sí me puede hacer daño (mucho) es el cigarro; por eso desde que me diagnosticaron la enfermedad, mis permanentes y reprimidas ganas de fumar se fueron al carajo; además, como menos grasas, más vegetales y aunque no hago ejercicio, me mantengo todo lo delgado que mi edad lo permite; así que, desde ese punto de vista, estoy más sano que el año pasado. Más viejo, pero sano como marrano.

¿Mi estatus laboral? ¿Mi situación política? ¡Viento en popa! Por otro lado, no veo cómo, al animal (o animala) que escribió la nota, se le pudo ocurrir que perder la vista podría comprometer de alguna manera mi futuro profesional, ¡nomás faltaría que me castigaran por quedarme ciego! ¡Imbécil! Lo que es claro ejemplo de que empuñar la pluma y usar el cerebro no necesariamente son actividades simultáneas.

La nota, para lo único que sirve, es para poner de manifiesto la mala fe, la mezquindad, la idiotez y el espíritu ruin de algunos escribidores que, como siempre, y junto a la inmensa mayoría de mis detractores, tendrán que seguir comprando costales de naranjas para… ustedes ya entienden. En cuanto a la supuesta amiga juarense yo diría que más que “íntima” es una amiga imaginaria. Amigas íntimas no tengo y, de haberlas, no serían boquiflojas, cretinas, ingenuas ni estúpidas.

Por lo pronto, gentil lectora, querido lector, a darle; no dé palos de ciego, olvídese del amor ciego (y sordo y tonto) a MORENA y sus candidatos, no actúe como esos que se sacan un ojo por ver al otro ciego y, para terminar, no olvide que, el ignorante, al ciego es semejante.

¡Ánimo! Cada día que pasa está más cerca el 2 de junio y existe la necesidad de ir a defender nuestra democracia y el futuro del país. MORENA nos acecha y un tufillo de tiranía lo inunda todo. Por eso, abra bien los ojos y el próximo domingo 19 de mayo, movilícese, mueva almas, vaya a la Plaza del Ángel y no vaya solo.

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Luis Villegas Montes.

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