Opinión

Al perverso se le puede conocer en un solo día*

Por: Manuel Narváez Narváez

Email: narvaez.manuel.arturo@gmail.com

*Sófocles.

A temprana edad escuché por primera vez la expresión “dime de qué presumes y te diré de qué careces”.

No recuerdo bien a bien de quién escuché este refrán, pero seguramente fue mi abuela o una de mis tías.

El centro virtual Cervantes señala que dicho refrán se utiliza para describir a aquellas personas que suelen alardear de algo que precisamente carecen de ello.

Para la Real Academia de la Lengua Española Aladear significa hacer ostentación, presumir de algo. Alardea de inteligencia, y tiene como sinónimos: ostentar, jactarse, vanagloriarse, presumir, pavonearse, ufanarse, engreírse, preciarse, alabarse, gloriarse, dragonear.

Queda claro entonces que aquellos que alardean mucho necesitan llenar vacíos.

La Psicología dice que “La vanidad se usa como una máscara”. Las personas que alardean mucho sacrifican su verdadera identidad – o al menos una parte de ella – en el altar de las apariencias. Presumen de sus cualidades, logros y éxitos para conseguir la admiración y el respeto de quienes le rodean. Y si es necesario, también recurren a las exageraciones y las mentiras. [Rincón de la Psicología].

Como antónimo de Alardear tenemos a la sabiduría que, según la RAE, es la conducta prudente en la vida o en los negocios, y tiene como sinónimos el saber, erudición, conocimiento, sapiencia, ciencia, cultura, ilustración, pericia, educación, instrucción, inteligencia.

La prudencia es otra virtud que pueden desarrollar los humanos. La RAE la describe como templanza, cautela, moderación, sensatez, buen juicio.

Como sinónimos de la prudencia tenemos la cautela, cuidado, tacto, circunspección, templanza, moderación, comedimiento, ponderación, seriedad, sensatez, cordura, juicio, madurez, discreción, cabeza, reflexión.

Generalmente asociamos a la sabiduría y prudencia con personas mayores, muchas veces con el cabello canoso, arrugas en sus rostro y manos, y mirada profunda y tranquila.

En mi vida he visto esos rostros en la familia, en líderes a lo largo de la historia y en todas las culturas. Me vienen a la mente mi abuela, Ghandi, Francisco I. Madero, Nelson Mandela, Mikjail Gorbachov, Lech Valesa, la madre Teresa de Calculta, Angela Merkel, Martin Luther King, Gerónimo y Cochise, por citar algunos

De los pueblos originarios tomé dos frases que ilustran la sabiduría y la prudencia: “Escucha, o tu lengua te dejará sordo”. Tribu Desconocida; “El hombre tiene responsabilidad, no poder”. Tuscarora.

Habida cuenta de estas referencias y significados, me queda perfectamente claro que la dura situación que estamos viviendo en México se debe a que el presidente carece de sabiduría y prudencia.

El mandatario mexicano más votado hasta ahora desperdició una oportunidad para marcar la diferencia entre el pasado y el presente.

En vez de honrar la palabra del extraordinario líder que fue como candidato presidencial en tres ocasiones, se convirtió en algo peor de lo que tanto cuestionó.

Las canas de su cabello no abrazan el buen aprendizaje ni honran la experiencia de vida, sino que exhiben el descolorido de una batalla personal contra la razón y la cordura que lo transformó en el ególatra que es.

Cuando pensábamos que ya conocíamos lo peor de él, lo dicho el pasado viernes durante la inmoral y propagandística mañanera, mostró el verdadero rostro del régimen absolutista y centralista que encabeza.

En iracunda respuesta a una periodista por presuntas investigaciones en torno a sus más cercanos y familiares de recibir dinero del narco desde 2006 hasta 2018, el presidente soltó: ´Por encima de ley está la autoridad moral del presidente´.

Así o más descarado. Igual como lo dijera el monarca francés Luis XIV, a quien le atribuyen la frase: L’État, c’est moi, el Estado soy yo, Andrés Manuel alardea de que su moral es más grande que la Constitución.

La ignorancia y desprecio que ha mostrado López Obrador por la carta magna, los tratados internacionales y las buenas costumbres deshonran la memoria y el legado del más de millón de mexicanos que murieron tras la Revolución de 1910.

Presumir que tiene moral y es superior a los ideales y a las gestas heroicas que llevaron al reconocimiento de los derechos humanos y derivaron en ordenamientos jurídicos para la convivencia en paz; simplemente lo descalifica como gobernante y nos alerta de que lo peor aún está por venir.

Vaya forma tan vulgar y triste de terminar con una esperanza. Nunca nos imaginamos que dentro de esa cabaza y ese corazón anidaba tanto resentimiento y odio.

Ahora entendemos con qué llena sus vacíos, con autoelogios, con alardes y con delirios de grandeza.

Estamos pagando el error de haber ignorado las advertencias de que era un peligro para México.

Será doble error y un suicidio votar por la continuidad.

Es cuanto.