Opinión

Javier Corral: traidor nato.

Por: Luis Villegas Montes

Se dijo de él, que era “un traidor nato, reptil en estado puro, intrigante y amoral” y se llamaba: José Fouché. Así lo retrata Stefan Zweig en un librito que leí, ¡uy!, hará la friolera de mil años. La cita exacta dice así: “Traidor de nacimiento, miserable, intrigante, de naturaleza escurridiza y reptil, tránsfuga profesional, alma baja de esbirro, abyecto y amoral”.[1] 

 

Claro que comparar a Javier Corral con Pepe Fouché es degradar a este último y enaltecer al primero; Javier no pasa de ser una rata de alcantarilla o dicho más elegantemente un roedor de albañal venido a más. Con todo y sus traiciones, Javier está a años luz de poder hacerse cargo de las responsabilidades que mantuvieron ocupado al primero; sin embargo, la contrastación viene a cuento por el alma pútrida que semeja a los dos personajes. 

 

Cuando me enteré del maridaje entre Javier Corral y MORENA no pude menos que echarme a reír. Los morenistas de Chihuahua deben andar muy necesitados o de plano ser muy estúpidos para aceptar en sus filas a un personaje como Javier Corral. 

 

Entiendo que la Sheinbaum lo acoja bajo su manto protector porque, indudablemente, Corral es una figura de talla nacional, eso es cierto, ¿pero los chihuahuenses? En Chihuahua, con el mal sabor de boca que dejó su administración, marcada por la dejadez y lo güevón que fue, así como por los turbios manejos del impresentable Maderito (a) El Enano, Javier Corral no sólo no suma, le resta a cualquier proyecto al que pretenda incorporarse. 

 

Ahora bien, para el caso de que existiera algún morenista incauto, intrigante, necesitado de reflectores y con pachocha, que quisiera servirse de Javier para escalar en las filas de MORENA y empujar así su percudida presencia a las altas esferas del poder estatal, le tengo malas noticias: Javier es capaz de vender su alma inmortal al demonio con tal de lograr sus objetivos sin importar amistades, compañías, lealtades o compromisos. 

 

Javier no tiene patria, ni matria, ni abuela. Javier es un intrigante alevoso que sólo se sirve a sí mismo, con la excusa de una serie de principios que viola a cada rato y sólo él no lo ve o se hace tarugo, vende cualquier acuerdo que ya no le sirva o crea que le perjudica. Javier es un traidor. 

 

Existe en el derecho una conocida expresión, la de “Criminal nato”,[2] forjada hace más de cien años por el inventor de la antropología criminal, el célebre médico César Lombroso. Lombroso hizo una clasificación de los delincuentes y llegó a afirmar (teoría ya superada) que existían personas cuyo destino, por decirlo de alguna torpe manera, era delinquir; para arribar a esas conclusiones tan alucinantes, Lombroso examinó más de 27 mil cráneos de personas consideradas “transgresoras” (asesinos, enfermos mentales, prostitutas, ladrones, etc.) y llegó a la conclusión de que era posible determinar si alguien era delincuente analizando sus características corporales porque el criminal presentaba “rasgos de inferioridad orgánica y psíquica que resultan evidentes a los ojos […] En el caso del criminal nato, este se caracterizaría, desde el punto de vista físico, por los siguientes rasgos: cráneo pequeño, gran órbitaocular, frente hundida, abultamiento en la parte inferior de la zona posterior de la cabeza, etc. En lo psicológico es insensible, impulsivo y no siente remordimientos”.[3] 

 

Superada esta teoría, como ya dije, de todas formas es evidente que Javier no encuadra en ese tipo, nomás hay que verle la cabezota; sin embargo, y rescatando la última parte de la descripción, es claro también que Javier, sin ser impulsivo, sí es una persona insensible y carente de remordimientos; eso lo hace, creo yo, un “traidor nato”. 

 

Concluyo: lo risible de este asunto es que MORENA quiera meter con calzador entre sus filas a un individuo de esa calaña y que haya ingenuos que crean que pueden sacar de él algo de provecho. Javier Corral, como en su momento, Ricardo Monreal, se sirve de la energía de la gente (sobre todo de los jóvenes) porque él “se las chupa”,[4] para después desecharlos como papel de baño. 

 

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Luis Villegas Montes. 

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