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El racismo enferma

DW actualidad

Julia Vergin

La discriminación racista no solo causa enfermedades psicológicas, también puede provocar hipertensión arterial u obesidad.

“Hace poco estaba sentada en el tranvía enfrente de dos señoras mayores, que me examinaron todo el tiempo con la vista de arriba abajo”, cuenta Meryam Schouler-Ocak, quien primero pensó que tenía una mancha o llevaba un botón abierto. Pero no había nada raro en su vestimenta. Simplemente tiene el cabello oscuro y raíces turcas.

Schouler-Ocak llama a este tipo de discriminación racista “microagresiones”. Según la profesora de psiquiatría intercultural y médica especialista en psiquiatría, psicoterapia y neurología de la clínica universitaria de la Charité, en el hospital San Hedwig, en Berlín, muchas personas con trasfondo migratorio, color de cabello o piel oscuro sufren casi a diario estas microagresiones.

Miradas despectivas, insultos o burlas: cuando las discriminaciones racistas de este tipo se acumulan, pueden enfermar. “Esto puede llevar a trastornos por estrés postraumático y otras enfermedades psiquiátricas”, afirma Schouler-Ocak.

Depresiones y miedos por racismo

Al igual que las demás formas de discriminación, ya sea sexismo o antisemitismo, también el racismo busca herir. En el caso del racismo, se desprecia y margina a personas en base a sus orígenes, su color de piel u otras atribuciones generalizadas.

Las víctimas no solo experimentan discriminación en contactos interpersonales, por medio de un comportamiento despectivo o agresivo por parte de otros. El llamado racismo estructural e institucionalizado afecta a personas, por ejemplo, en la búsqueda de vivienda o en el mercado laboral. Schouler-Ocak destaca que las personas de piel oscura, las que llevan un velo musulmán o tienen un apellido extranjero están en desventaja.

Meryam Schouler-Ocak señala que las probabilidades de desarrollar una enfermedad psiquiátrica es dos veces mayor en personas que sufren discriminación racista que en personas sin este tipo de experiencias. 

La discriminación influye en la actividad cerebral, por lo que aumenta el riesgo de desarrollar depresiones, miedos, trastornos por estrés postraumático, adicciones o psicosis, explica la profesora de psiquiatría intercultural.

“En determinadas áreas del cerebro, se producen desregulaciones, al igual que en el caso de enfermedades psiquiátricas”, precisa.

Altos riesgos para la salud en centros de acogimiento

Según la psiquiatra, sobre todo migrantes refugiados que terminan en centros de acogida se ven afectados.

Al trauma de la huida y la separación de amigos y familiares, se suman otros factores de estrés: falta de empleo, de privacidad y experiencias discriminatorias. “Este tipo de experiencias, que siguen a la huida, tienen un efecto acumulativo”, dice Schouler-Ocak y agrega que mientras más se acumule, peor es el efecto.

La médica está convencida de que, en general, se subestiman la frecuencia y el alcance de enfermedades psicológicas. En el caso de personas refugiadas, el problema es incluso mayor, indica.

No obstante, más allá de las enfermedades psicológicas, el estrés derivado de las discriminaciones racistas muchas veces también provoca problemas físicos como hipertensión arterial o sobrepeso, asegura la experta. Esto puede causar diabetes y enfermedades cardiovasculares.

Mayor tasa de mortalidad por discriminación

También un estudio actual publicado en la revista especializada Lancet Psychiatry señala que estos factores pueden llevar a una mayor mortalidad entre los afectados. Si bien los datos aún son escasos, existen indicios de que la discriminación racista no solo afecta la salud de las víctimas directas, sino que también tiene un impacto sobre la enfermedad de los hijos y nietos.