DW actualidad
Julian Ryall
La comunidad LGTBQ+ y los exconvictos son los grupos de personas menos apreciados por los surcoreanos, según un estudio, que a la vez muestra mayor apertura de la sociedad hacia los extranjeros.
Las minorías sexuales surcoreanas luchan por ser aceptadas en una sociedad que sigue siendo muy conservadora e influenciada por el confucionismo. Un nuevo estudio señala que la mayoría de los habitantes de Corea del Sur no quiere vivir cerca de personas de la comunidad LGBTIQ+, mientras que las autoridades de Seúl impidieron recientemente la realización de un festival queer.
“La sociedad surcoreana es única en el sentido de que, si bien la economía del país se desarrolló muy rápidamente después de la Guerra de Corea, los valores espirituales, y especialmente la visión ante la sexualidad, se han quedado muy atrás”, dice a DW Jung Cueri, una mujer lesbiana de 36 años que vive en Seúl y participa en la organización del festival anual Seoul Queer Culture.
Jung cree que la ayuda estadounidense de posguerra ayudó a la economía e hizo que los coreanos de esa generación envidiaran a los países desarrollados, dejando de lado valores como la justicia, la igualdad, los derechos humanos y la equidad. “En ese proceso, los derechos de minorías como los discapacitados y los extranjeros, además de las mujeres, fueran relegados a un segundo plano”, añade.
“Reacción contra la igualdad”
Jung estima que la tolerancia hacia las personas LGBTQ+ en Corea del Sur sigue siendo “muy baja” debido al “conservadurismo sexual, una reacción contra la igualdad de género y la falta de respeto por las diferencias”. La evidencia más reciente disponible tiende a avalar esa conclusión.
Una encuesta anual realizada por el Instituto Coreano de Administración Pública, publicada el 19 de marzo, indicó que los coreanos son cada vez más tolerantes con los extranjeros. Solo el 7,2 por ciento de los encuestados se opone a que personas de otros países se instalen a vivir en Corea del Sur, una cifra más baja que el 10 por ciento del año anterior.
Las minorías sexuales, sin embargo, son menos apreciadas. Más del 52 por ciento de los surcoreanos se opone a la idea de vivir cerca de una persona LGBTQ+. En contraste, el 84 por ciento está feliz de recibir a desertores norcoreanos en sus comunidades, y el 97 por ciento dice estar disponible a vivir junto a personas con discapacidades físicas o mentales.
El único grupo que tiene peor imagen que las minorías sexuales son los exconvictos, con el 72 por ciento de los surcoreanos rechazando tenerlos cerca en su vecindario o lugar de trabajo.
“Para mí, esto es un legado del pasado confucionista del país, y aunque ese período de nuestra historia fue hace mucho tiempo, esas actitudes siguen siendo fuertes en nuestra sociedad”, dice Lim Eun-Jung, profesor asociado de Estudios Internacionales en la Universidad Nacional Kongju. “En general, las generaciones mayores encuentran difícil entender el concepto de minorías sexuales, y eso se debe a su educación tradicional y conservadora”, apunta.
“Hay otros grupos que durante muchos años han estado subrepresentados en nuestra sociedad (mujeres, inmigrantes, discapacitados), pero creo que eso ha ido cambiando. Espero que lo mismo suceda con las minorías sexuales”, expresa la experta.
“Asfixian la diversidad social”
Los organizadores del festival Seoul Queer Culture pidieron autorización para realizar el evento el 1 de junio en la plaza de Seúl, en el centro de la capital, pero les dijeron que no. La zona albergó el festival entre 2015 y 2022. Aun así, las autoridades de la ciudad rechazaron la solicitud en 2023 en favor de un concierto.
Los organizadores esperaban poder regresar a la plaza este 2024, pero el gobierno metropolitano de Seúl dijo que ese día tendrá lugar una actividad literaria. El equipo del festival criticó la decisión, acusando una “monopolización” del espacio público para evitar que el festival queer tenga lugar en la plaza. En un comunicado, incluso hablaron de “una asfixia a la diversidad social”.
“Promocionar la plaza de Seúl como un espacio abierto a la ciudadanía es engañoso, dado que su calendario de actividades está saturado con actos organizados por la ciudad”, dijo el comité del festival. Jung cree que en realidad la decisión tiene raíces políticas. “Corea del Sur es una sociedad que está experimentando un giro político hacia la derecha, una polarización por la disparidad económica y una confrontación en cuestiones de género”, estima.
Las fuerzas de la derecha y los grupos religiosos conservadores “han encontrado unidad en la oposición a las personas LGBT”, dice Jung, señalando que si bien el alcalde de Seúl, Oh Se-hoon, pertenece al partido conservador surcoreano, incluso bajo su predecesor centrista les resultó difícil obtener el permiso para usar la plaza.
“En la política parlamentaria de Corea del Sur, donde hay múltiples partidos pero un sistema bipartidista de facto, ambos partidos discriminan a la comunidad LGBTQ+ porque esta postura es popular en los grupos conservadores religiosos”, dice Jung. Pese a ello, es optimista ante la posibilidad de un cambio.
“Creo que las nuevas generaciones son más abiertas”, afirma, señalando que los jóvenes LGBTQ+ “tienden a salir del clóset antes en sus familias, sus lugares de trabajo y sus escuelas, porque son más conscientes de su sexualidad y están expuestos a discusiones más tolerantes con las personas LGBTQ+”, sostiene. Y por ello, cree, es tan importante que el festival siga sirviendo como catalizador de ese cambio.
(dzc/rr)