Por: Manuel Narváez Narváez
Emil: narvaez.manuel.arturo@gmail.com
Por algunas horas no supimos qué hacer, de repente nuestras vidas se volvieron confusas.
Era viernes al mediodía y había mucho tráfico vial en el centro de la ciudad ya que muchos acuden a cobrar sus pensiones, a pagar sus créditos o a realizar trámites burocráticos.
Durante el tiempo transcurrido para encontrar estacionamiento extrañé la vibración de los mensajes que llegan a mi celular, los cuales suelen ser constantes debido a la actividad que desempeño.
Traté de entrar a varias páginas digitales, sin embargo, al igual que con el what sapp, el Gmail y el facebook no tuve éxito. Solo después de varios intentos pensé que la red de mi compañía telefónica se había ´caído´.
En dos oficinas gubernamentales me fue imposible obtener un par de documentos ya que no había sistema.
Resignado y ante la incertidumbre del tiempo que tardaría en regresar la “señal”, decidí ir a lustrar mis zapatos con uno de los boleros de la plaza Hidalgo.
En el mismo kiosko un artista del brillo y un cliente conversaban sobre las pintas que todavía permanecen en los edificios públicos y en la Rectoría de la UACH, las cuales sirvieron de lienzo para algunas féminas que marcharon el pasado 8M.
El bolero de unos 55 años expresaba su molestia por lo que denominó ´frustraciones´ de quienes rayaron las paredes del Héroes de Reforma, el de la Revolución y las bases de las estatuas en dicha plaza.
En un perfecto “francés”, es decir, el lenguaje más básico y artesanal que practicamos cuando estamos muy molestos, el bolero con buen ritmo en sus manos para dejar como espejo el calzado del cliente, exclamo: “el cura Hidalgo no hubiera perdido el tiempo en oraciones, sino que hubiera agarrado a jodazos a esas viejas para que entraran en razón”.
Guardando el debido respeto y expresando mi solidaridad con el reclamo enérgico, pero no violento con las mujeres que exigen Justicia, los tres presentes restantes bajo el techo de ese kiosko soltamos soberana carcajada.
No hay duda que el sistema patriarcal sigue vigente en un amplio sector de la sociedad. Tampoco me quedó duda de que somos rehenes del celular porque mientras duró la boleada continuamos sin “señal, razón por la cual rescatamos la charla.
Como a la 1:30 pm me dirigí a la sucursal bancaria que se ubica frente a la estación del Bowie, J. de la Luz Corral. Si bien ya podía recibir mensajes y acceder a las plataformas digitales, los cajeros tenían una hoja con la leyenda ´sin servicio´.
En la fila estábamos formadas unas 10 personas, todas afuera del área de cajas y funcionarios, entretanto que una dama de la institución bancaria justificaba la medida por la falta de sistema.
Habré esperado unos 15 minutos antes de irme sin realizar el trámite por el que fui, pero en ese lapso de tiempo me vino a la mente cómo estarían los empleados en sus oficinas y las personas en casa?.
Pensé en que compañeros de trabajo tuvieron la oportunidad de presentarse y conocerse pese a los años de laborar en el mismo lugar.
Lo mismo pensé de familiares que pudieron aprovechar la ocasión para actualizarse en temas del hogar.
A propósito de la caída de la red, recordé aquellos mensajes de cómo la telefonía celular nos roba el tiempo que antes dedicábamos para hablar entre familiares, pareja, compañeros y amigos.
No quiero imaginarme que el 02 de junio vaya a sucedernos algo similar. Entonces sí que tendríamos una elección cuestionada. Ya sucedió en 1988, y el que no sepa o no lo recuerde, pregúntele a Manuel Bartlet, director de la CFE.
Tan solo de pensar que con el cambio climático y el aumento de la temperatura nos veamos en la necesidad de usar este verano al máximo los aparatos de aire condicionado y provoquemos otro apagón como el que sucedió el año pasado; me preocupa mucho.
¿Estamos preparados para asumir el recrudecimiento de la escasez de agua potable, mucha de la cual desperdiciamos en fugas, en regar jardines, cocheras y banquetas?.
¿Entrarán en conciencia aquellos que sobre explotan los mantos acuíferos para saciar la sed de los millones de árboles de nogal, y los que a fortiori quieren vaciar las presas del centro sur del estado?.
No quiero imaginarme cuánto nos afectarán los apagones de luz y la falta de agua, amén de la crisis financiera, gubernamental, hospitalaria y de transporte cada vez que se vaya la señal de la red telefónica.
El destino es hoy.
Es cuanto.