Opinión

A 10 de meses de dejar el vicio.

Por: Manuel Narváez Narváez

Email: narvaez.manuel.arturo@gamail.com

Tras 46 años de envenenar mis pulmones, por fin em libré del maldito vicio.

Nunca voy a olvidar la primera vez que encendí un cigarrillo, y cómo hacerlo si fue una adicción de la que fui rehén por más de cuatro décadas y media.

No recuerdo bien a bien cuánto me costó la cajetilla ni en qué comerció la adquirí, pero sí tengo muy presente que encendí el primer cigarrillo en las escaleras del edificio Virginia, un viejo y abandonado inmueble hoy en día, en la calle Independencia del Puerto de Veracruz.

Apenas tenía 12 años de edad y cursaba el primer grado de secundaria en la Benito Juárez, allá por la avenida Nicolás Bravo.

Para que nadie me viera me escondí entre el elevador y las escaleras de la planta baja del vetusto edificio; ahí abrí la cajetilla blanda de Marlboro blanco, saqué el cigarrillo y lo encendí con el cerillo de una cajita cuya imagen es la Venus del Nilo.

Di unas tres bocanadas, sin darle el golpe porque aún no sabía cómo hacerlo, y lo tiré al piso para apagarlo. Creo que me mareé y me asusté, por lo que subí rápido al departamento 204 del segundo piso donde vivía con mi abuelita, mi tía Tere, mi hermana y tres primas.

Toqué la puerta y en cuanto abrió mi abuela me fui rápido al baño para enjuagarme la boca. No registré si hubo cuestionamiento al respecto, y la cajetilla junto con los cerillos los dejé escondidos en una de las grandes ventanas que daban a uno de los tragaluces del edificio.

Así me la llevé entre el 76 y el 77, fumando a escondidas de mi familia, pero muy orondo delante de mis amigos vecinos, así como entre los compañeros de la prepa con los que me juntaba. Me sentía chingón fumando, tratando de encajar y aparentar mayor edad.

Al terminar el año escolar me regresaron a Villahermosa, Tabasco donde crecí junto a mi madre, mi hermana, mi tía Socorro, muchos primos y dos estudiantes que se alojaban en la casona que habitábamos en la avenida 27 de febrero.

Tuve que repetir el primer año porque reprobé en Veracruz. En los tres años de secundaria continué con el vicio del cigarrillo a escondidas, aunque ya sabía darle el “golpe”.

Era común que algunos miembros de la familia fumaran, igual que una de las estudiantes asistidas. En las fiestas a las que iba me recetaba unos tres o cuatro cigarritos, cuya cajetilla y cerillos ya me atrevía a traerlos en la bolsa de la camisa o en los calcetines.

Cuando mi madre se dio cuenta por supuesto que me puso parejo, sin embargo, como ella también lo hacía, simplemente ignoré sus advertencias. Años más tarde ella dejó de fumar.

Cuando entré a la preparatoria ya me fumaba más de media cajetilla diaria de Marlboro rojos flip top. En las pachangas, bailando y en los juegos de azar traía en la mano un pitillo.

Cuando comencé a combinar el cigarro con el alcohol el vicio empeoró. Ya residiendo en Chihuahua desde los 17 años de edad, en cualquier ocasión donde hubiese bebidas con alcohol era pretexto para fumar una cajetilla completa, y a veces abría otra que traía de reserva.

No fue sino hasta los 39 años cuando al día siguiente de una noche en que me empiné una botella completa de cazadores y una cajetilla de Marlboro, fui a dar a una clínica porque traía, además de la inmisericorde cruda, la presión arterial muy elevada. Pese al susto, seguí con el vicio, aunque en menor grado.

Desde el 2012 y hasta el año pasado fumaba si mucho tres cigarrillos al día. Uno después del mediodía, otro a las 730 de la tarde y el último a las 9 pm, antes de acostarme.

La verdad había ocasiones en que mi cuerpo decía ya basta, a la par de la insistencia de mis seres queridos para dejar el vicio.

El 27 de abril del 2023 por fin tuve el valor y la determinación de terminar con el vicio del cigarrillo.

Según mis cálculos me fumé 134320 cigarrillos, es decir, unas 6716 cajetillas, y gasté 573,280 pesos a precio de hoy.

Fumar es terrible para la salud y mucho dinero para quemarlo, pero GAD lo dejé. Gracias a que me he mantenido activo y ejercitándome desde mi niñez, mis pulmones están bien, he recuperado el aliento y tengo más energía, aunque no estoy exento de llegar a padecer apnea del sueño o Epoc. Espero que no.

Deseo que mi experiencia sirva para hacer conciencia. Fumar eleva muchísimo las posibilidades de padecer cáncer de varios tipos, y está comprobado que es una de las principales causas de muerte.

No vale la pena, lo digo en serio. Chance y la libres como yo.

Es cuanto.